El stand-up y el psicoanálisis lacaniano: hoy más necesarios

Para hablar de lo que ha sido el psicoanálisis, tomaremos como referencia los cuatro momentos sugeridos por Jorge Forbes

Para hablar de lo que ha sido el psicoanálisis, tomaremos como referencia los cuatro momentos sugeridos por Jorge Forbes, para dividir su historia:

1. El original, de la escucha freudiana.

2. El de sentir lo que no puede ser dicho.

3. El de una nueva escucha, filtrada por la ciencia.

4. El de implicación que corresponde al tiempo actual.

En el primer tiempo, el de la escucha freudiana, Freud descubre que la palabra toca el cuerpo, que la comunicación alivia y que las palabras se organizan siguiendo otras lógicas. Desde el inicio Freud notó que los cuerpos de sus pacientes histéricas, no se comportaban siguiendo las lógicas de la fisiología y la anatomía, sino una lógica subjetiva, simbólica e inconsciente:

Antes de abandonar París, convine con el maestro (Jean Martín Charcot) el plan de un trabajo comparativo de las parálisis histéricas con las orgánicas. Yo quería desarrollar la tesis de que, en la histeria, parálisis y anestesias de partes del cuerpo se deslindan guardando correspondencia con las representaciones comunes (no anatómicas) que los seres humanos tienen de estas últimas.

Al escuchar, sin juicio ni restricción alguna, los relatos y asociaciones de sus pacientes, le fue posible advertir esos otros sentidos, hasta entonces desconocidos, la otra escena inconsciente, que da soporte a la significación a tal o cual síntoma, sueño, lapsus, acto fallido, etcétera. Se pretendía escuchar para detectar ya no una enfermedad, como lo hace la medicina con sus escucha disciplinante y correctiva, sino la singularidad de una expresión. Para ello, construyó un método inédito: la asociación libre.

Antes de que yo pueda decirle algo, es preciso que haya averiguado mucho sobre usted; cuénteme, por favor, lo que sepa de usted mismo... Diga, pues, todo cuanto se le pase por lamente. Compórtese como lo haría, por ejemplo, un viajero, sentado en el tren del lado de la ventanilla que describiera para su vecino del pasillo cómo cambia el paisaje a su vista.

Posteriormente, los posfreudianos se encargaron de continuar la labor encomendada por Freud. Si bien realizaron diversos aportes, también tergiversaron su obra, hasta desembocar en un estado en el que la virulencia freudiana –fuera de todo common sense– que intentaba abordar las verdades más elementales sobre la vida humana, la sexualidad, las pulsiones, los sueños y sobre todo, respecto a la conducción de un análisis, es decir, lo referente al uso del método psicoanalítico, fue olvidada. Así, se dio paso a un segundo momento, el de sentir lo que no puede ser dicho, en el que los analistas dejaron de escuchar para comenzar a sentir. Creyeron que un sentimiento sentido en sí mismos, podía ser la verdad de sus pacientes. Hasta la fecha muchas escuelas de psicología e institutos de formación psicoanalítica enseñan a sus alumnos a decirle al paciente frases como: "Siento que tú quieres..." o "Me parece que lo que sucede es que..." como preámbulo para explicar o revelar algo que consideran una interpretación.

En ese modelo, el paciente habla, pero es el analista quien, a través de su sentimiento, completa lo que su paciente no puede decir. Esto supone que el analista, habiendo sido él mismo analizado previamente (¿purificado?) tiene un sentir más claro y puro sobre su paciente, lo que dio inicio a una corriente maternalista, aún presente en nuestros días, que usa la contratransferencia como guía para el diagnóstico y tratamiento.

Esa forma de psicoanálisis ya no se ocuparía de la lógica inconsciente y la psicología de los procesos psíquicos para dar cuenta de lo que sucede en la vida de una persona y así poder intervenir durante la cura. Más bien, capturados por el colorido sensacionalismo de las fantasías que emergían de lo inconsciente, olvidando su constitución y estructura, dichos analistas las emplearon para realizar el tratamiento a través de las sensaciones: las fantasías son recibidas, metabolizadas y explicadas pacientemente por el psicoanalista, identificándose él mismo con una madre que todo lo entiende, que todo lo perdona y explica.

Jacques Lacan se opuso rotundamente a esa corriente maternalista-adaptativa del psicoanálisis. ¡Nunca la verdad de un sujeto puede ser el sentir de alguien más! Le sentiment (el sentimiento miente) con lo que se dio inicio al tercer momento, el de la escucha filtrada por la ciencia. Para ello, propuso un retorno a Freud a través una lectura a la letra de su obra, sirviéndose de conceptos surgidos en otros campos, como la lingüística, el estructuralismo y la matemática. Tomó ciertas nociones lingüísticas, como el significante, la metáfora y la metonimia para explicar los procesos psíquicos freudianos, entre ellos el de condensación y desplazamiento, al retomar la noción de estructura, a fin de describir las operaciones del psiquismo inconsciente. Mediante la fórmula el inconsciente está estructurado como un lenguaje se puede sintetizar la llamada "primera clínica de Lacan", en la que predomina el registro de lo Simbólico sobre lo Imaginario y lo Real.

Lo que descubrimos en la menor experiencia del psicoanálisis es ciertamente del orden del saber y no del conocimiento o de la representación. Se trata precisamente de algo que une un significante S1 con otro significante S2 en una relación de razón.

Una de las consecuencias técnicas de dichos planteamientos consiste en reconocer que el propio inconsciente interpreta: el chiste se cuenta solo. De ahí el retornar a escuchar, dejando de lado el sentir y el suponer. Pues se advierte, clínica y teóricamente, cómo es que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Curioso es que esta máxima aún cause incomodidad en algunos ámbitos a pesar de que Freud, desde el inicio, planteó que el soñante sueña en otra lengua, en una lengua extranjera. El sueño es un juego de sustitución de elementos:

Los desplazamientos antes estudiados resultaron sustituciones de una determinada representación por otra que, de algún modo, le era vecina en la asociación [...] se trata de un desplazamiento a lo largo de una cadena asociativa; el proceso es el mismo, pero se cumple en esferas psíquicas diversas...

En síntesis, podemos plantear que durante una experiencia analítica, el analizante puede estar en posición de descubrir que "posee una matriz significativa, un axioma significativo –el fantasma– que da base a sus interpretaciones de la vida".

Posteriormente, a partir de lo captado en la actividad clínica, en 1970 Jacques Lacan hace un cambio en su enseñanza, que hará surgir el cuarto momento en la historia del psicoanálisis, el de implicación. Este cambio se da al advertir los alcances y límites del registro simbólico y la cadena significante para dar cuenta de todo. Lacan reformula los tres registros. Entonces le da preponderancia al registro de lo Real, ubicándolo por encima de lo Simbólico y lo Imaginario. Esta concepción la sostiene hasta su muerte.

(Continuará)