El síndrome de Robin Hood

La lucha de clases que promueven los ideólogos de la 4T la está capitalizando la delincuencia organizada para protegerse y obtener impunidad

Este gobierno no se ha dado cuenta de la bomba de tiempo que ha sembrado en nuestro país al estimular con su demagogia, -sustentada en la trasnochada "lucha de clases"-, una base social que protege al crimen organizado y convierte en "carne de cañón" al "pueblo bueno".

La lucha de clases que promueven los ideólogos de la 4T, -y el resentimiento implícito en las arengas ideologizantes y apología del conflicto-, la está capitalizando la delincuencia organizada para protegerse y obtener impunidad.

Esa base social que se nutre del "pueblo bueno" al que se refiere el presidente, se está convirtiendo en su escudo para expulsar a la Guardia Nacional y al Ejército de las comunidades rurales donde viven sus líderes, dando un significado de reivindicación social al movimiento de rechazo en contra de las autoridades policiacas y militares.

Si a esto añadimos que los cárteles practican relaciones públicas con sus comunidades, obsequiando despensas, juguetes y dinero, -además de patrocinar obra pública para solucionar los olvidos de los tres niveles de gobierno-, empezaríamos a entender la gravedad de la irresponsable narrativa que juega con los sentimientos profundos de quienes siempre han estado marginados.

Además, esta narrativa de conflicto sustentada en la "lucha de clases", -que de lunes a viernes se promueve en las mañaneras-, implícita y explícitamente, justifica el rencor, el conflicto y la reivindicación social que este gobierno pretende capitalizar, -a partir de la entrega de los libros que reciben los maestros-, donde se interpreta a la lucha armada de los grupos guerrilleros de los años sesenta y setenta, como un ícono aspiracional de rebeldía y justicia... pero sustentada en la violencia.

En el contexto de hoy quien hoy se rebela violentamente en contra del sistema político y social, se convierte en héroe de los desposeídos. Si además toma actitudes generosas obsequiando despensas, entonces se convierte en la nueva versión de Robin Hood, que roba a los ricos para regalarlo a los pobres, sin que los beneficiarios de esta campaña se den cuenta de que lo que se recibe obsequiado por el crimen organizado, es lo que ha sido robado a través de extorsiones, cobro de derecho de piso y acciones violentas, en contra de quienes viven en el pueblo de enfrente.

Está por iniciarse en corto tiempo la temporada electoral y la tradicional demagogia electorera, que seguramente sustentará su narrativa en los agravios de anteriores gobiernos, que olvidaron a la población vulnerable y no la incluyeron en el desarrollo.

Es urgente generar conciencia de que, -de utilizarse esta narrativa en el contexto electorero-, podría estimularse exponencialmente la violencia, -justificada ideológicamente por los rencores y resabios de injusticias pasadas-, lo cual fortalecerá la base social de los grupos delincuenciales.

No olvidemos que el pueblo admira el estilo de vida ostentoso y de lujos de la delincuencia, -y por tanto-, le protege. Evitar la utilización de esta narrativa se convierte en un verdadero asunto de seguridad nacional.

Recordando la clásica teoría de la sociología social sustentada en los estudios del doctor Philip Zimbardo denominada "las ventanas rotas", -realizada en 1969 para la Universidad de Stanford-, podemos dar una explicación a los riesgos de hoy.

Se abandonó un auto en el Bronx, -que es una zona de Nueva York que en esa época estaba dominada por la delincuencia-, y poco tardó éste en ser desvalijado. La otra parte del estudio consistió en dejar otro auto idéntico en una calle solitaria de la ciudad de Palo Alto, California, donde vivían familias muy ricas. Este auto fue respetado durante varios días, -hasta que como parte del estudio-, intencionalmente se le destrozó una ventana. Poco después, -aún en ese barrio de ricos-, el auto también fue desvalijado.

Las conclusiones de este estudio son que cuando surge una oportunidad, -aún la gente que no necesita robar o delinquir-, aprovecha las circunstancias y abusa, llegando incluso a cometer actos delictivos.

Este ejemplo, -llevado a nuestra realidad cotidiana nacional actual-, podemos interpretarla así.

Hasta el año 2018 la pérdida del control territorial por parte del Estado Mexicano se circunscribía a la Tierra Caliente, que es la zona donde confluyen Michoacán, Guerrero y el Estado de México. Era el equivalente al Bronx mexicano del estudio de Zimbardo.

Aún en estos años previos a la llegada de la 4T, -aunque había violencia y delincuencia-, existía un valor social y político fundamental: el respeto a la autoridad gubernamental. Por lo menos el orden social no se había perdido totalmente, aunque hubiesen hechos aislados.

Sin embargo, en este gobierno la inacción en el ámbito de la seguridad pública, -ya sea por desidia o desinterés, o intencionalmente provocada-, llegó a extremos de impacto aún insospechado.

Lo que vino a representar el momento significativo del estudio de Zimbardo en que se rompió la ventana del auto ubicado en la zona privilegiada de Palo Alto, California, ha sido el rompimiento del respeto mutuo que tradicionalmente se tenían, -antes de este gobierno-, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial. Como hemos visto últimamente, el presidente López Obrador ha tachado de corruptos a los miembros de la SCJN y a todo el Poder Judicial, señalando a los jueces de estar al servicio de la oligarquía y de la delincuencia de "cuello blanco".

Dañar la reputación y quitarle autoridad moral al Poder Judicial, significa desactivar al "Estado de Derecho" y destrozar la autoridad moral de la ley. "No me vengan con que la ley es la ley" ha dicho reiteradamente el presidente, convirtiéndose según él en "paladín de la justicia", aunque esto signifique romper con el "Estado de Derecho".

A partir de que el presidente rompió con el Poder Judicial, se ha derribado el muro de contención que protegía a la sociedad frente a la delincuencia. Esta nueva narrativa presidencial está dando a grupos sociales inconformes la libertad de ignorar la ley y considerar que delinquir es un acto de justicia social.

En este contexto de "ventanas rotas", es esperable el incremento de hechos delictivos y conductas violentas, así como un crecimiento exponencial de la base social que protege a la delincuencia organizada.

Twitter: @homsricardo

Linkedin: Ricardo Homs

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