El legado

No es lo mismo un testamento que el legado. El testamento es la voluntad de alguien que pretende dejar un legado o una herencia

No es lo mismo un testamento que el legado. El testamento es la voluntad de alguien que pretende dejar un legado o una herencia.

Generalmente, a quien deja a otros sus propios bienes, —o sea, los de su propiedad—, la ley le protege para garantizar que sus deseos sean respetados.

Sin embargo, un testamento político no es más que un mensaje que describe los deseos y expectativas de quien lo redacta. El legado que recibirá el país como herencia de un régimen gubernamental no siempre corresponde a las intenciones del testamento de quien lo redactó, pues nadie puede decidir de forma definitiva por el futuro de lo que no le pertenece. Una nación no es propiedad de ningún presidente.

Es necesario entender que un presidente, o cualquier gobernante, sólo es el administrador temporal de los bienes de la nación.

En el legado del presidente López Obrador estarán sus tres obras cumbre, pero también sus daños colaterales.

Los daños ambientales del Tren Maya, la vulnerabilidad de la refinería de Dos Bocas, que siempre estará expuesta a las inclemencias climatológicas y ambientales, por su ubicación geográfica. Además, el haber sepultado bajo el agua al aeropuerto de Texcoco es otro legado del presidente.

Este aeropuerto podría haber dado un gran impulso a la economía de México desde la perspectiva turística, así como estimular el desarrollo del mercado logístico.

El perfil del legado de un presidente se deriva de su estilo personal de tomar decisiones y ejercer el poder. Si analizamos la historia de México durante el periodo priista, descubriremos una larga secuencia de rompimientos entre presidentes fuertes y sus antecesores.

Cuando un presidente fuerte quiso extender su influencia utilizando la supuesta lealtad de su heredero para mantener su poder en el gobierno de su sucesor, surgió la práctica del rompimiento entre ambos, como un modo de fortalecer el liderazgo del que hereda el poder.

Es sabido que el presidente Díaz Ordaz se sintió decepcionado por la actitud de su sucesor, Luis Echeverría. La relación entre el carismático presidente José López Portillo y su amigo Luis Echeverría, —su antecesor—, se enfrió cuando el primero decidió tomar para sí el control absoluto del poder presidencial.

Carlos Salinas no tuvo problema para ejercer el poder de modo unipersonal, teniendo como antecesor a un presidente totalmente institucional y respetuoso de las formas democráticas, como lo fue Miguel de la Madrid.

Sin embargo, quien parecía ser un presidente débil al inicio de su gobierno, —Ernesto Zedillo—, no sólo rompió con su antecesor Salinas, sino que metió en la cárcel a su hermano Raúl y tomó el control absoluto.

Hoy surge mucha inquietud respecto al futuro. ¿Qué tanto tiempo permanecerá la 4T gobernando?

Recurriendo a las enseñanzas que nos deja la historia reciente podremos decir que aun impulsando el presidente López Obrador a su candidato, —con el apoyo de sus simpatizantes—, si este llegase a gobernar, se enfrentará a una disyuntiva: deslindarse de su antecesor y de su proyecto, —la 4T—, para asumir plenamente el poder que le confiere el cargo, o tener que reconocer que será un presidente débil que tendrá compartir el poder con la oposición.

La gran diferencia entre México y países como Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, entre otras naciones de Latinoamérica con perfil autocrático y dictatorial, es que en México no existe reelección presidencial.

Twitter: @homsricardo