"Arnulfo se devolvió, a darle un tiro en la frente, pero en la vuelta que dio, ahí le pego el teniente"
Corrido de Arnulfo González
Hace unos días tuve la oportunidad de escuchar una entrevista al diputado multicolor José Alfredo Pérez Bernal, quien hablaba acerca de una iniciativa que impulsa para que se deje de cobrar en los estacionamientos de supermercados y centros comerciales.
La idea me sigue pareciendo igual de buena que cuando la presentó, hace ya un titipuchal de años, el priista Carlos Barona, a quien le faltó astucia, ganitas, modo, capacidad, inteligencia o vaya usted a saber qué, para conseguir que le aprobaran su propuesta.
Porque desde el primer momento en que surgió la idea la afición en pleno gritó un rotundo y sonoro "¡Sí!" y con él las adhesiones naturales de "¿dónde firmo?" y "¿qué hay qué hacer?", pero ni así jaló.
El tema es que un chorro de años después el negocito de los estacionamientos sigue y sigue peor, porque hacen y deshacen a su antojo sin que nadie detenga el abuso de precios elevadísimos, como tampoco las trampas, chapuzas y triquiñuelas que de repente se inventan para perjudicar la existencia de sus clientes.
Cobran pero no se comprometen a nada y son responsables de menos y cuando quieres ir a preguntar o a hacer alguna reclamación, te la hacen cansada, no aparecen los responsables y es perder el tiempo en vano.
Pérez Bernal, que hace también muchos años fue presidente del Comité Estatal del PAN, llegó al Congreso estatal de rebote al ser el suplente de Waldo Fernández, postulados por Morena, pero tan pronto se supo que Waldo pediría licencia el exblanquiazul y hasta ese momento "moreno" se transformó en diputado naranja.
Pareciera que esta última parte no tiene relación con la historia, pero ya verá que sí.
Los argumentos y bases de la actual propuesta no difieren mucho de la original (habría que preguntarle a Barona -si es que alguien lo encuentra- si no se trata de un copy-paste), pero al final son igual de buenos. Es inconcebible que la autoridad exija a los desarrolladores un número de cajones de estacionamiento para autorizar la construcción de sus edificios y que luego te cobren para estar en ellos.
Y en la entrevista otra vez, "excelente idea", "sensacional propuesta", "por fin alguien nos escucha" y el legislador agarra el tarro de la crema y se embadurna completito con ella sin mencionar el antecedente o la historia, pero bueno, ya estamos acostumbrados.
Y cuando sonaban dianas y fanfarrias, cuando volaba el confeti y las serpentinas y en el cielo tronaban los cuetes, el diputado engolosinado se tiró un tope suicida de la tercera cuerda sin red protectora.
Igualito que Arnulfo González el del corrido, que ya había ganado, se devolvió para aprovechar el viaje y andar de "quedabien", mezclando, sin que nadie le preguntara, temas defendiendo los colores y temas de la camiseta que ahora ostenta.
Y como aquel que de Allende se devolvió, en la vuelta que dio "ahí le pegó el teniente" y lo que eran porras, aplausos y vítores, se quedó en un "bueno, pues muchas gracias, siga participando y que le vaya bien".
Hay políticos que a pesar de los años nunca aprenden la vieja lección de jamás desaprovechar la oportunidad de quedarse callados.