Mi mano derecha se inmovilizaba debido a un dedo que crecía de manera descomunal: el dedo medio, el tercero, el del corazón, también conocido como cordial. Este inusual crecimiento se originó a raíz de un descuido al cortarme las uñas. El dedo se tornó rojizo, amarillento y, en ocasiones, azulado debido a la sangre coagulada y la infección, transformando mi dedo en un "dedazo". Nada parecido al dedazo político que presenciamos en la actualidad en el país durante la sucesión presidencial.
Esta extraña combinación de colores que mi dedo sufría, se asemeja a los colores de la alianza entre partidos que antes eran antagonistas, ahora unidos para designar al candidato que guiará la cruzada hacia la presidencia. Se inventaron un proceso que dejaron inconcluso, y a los ciudadanos les quitaron la disyuntiva de marcar la boleta por Xóchitl o Beatriz, fue ungida Xóchitl Gálvez, por la elite de los partidos políticos, como el poder empresarial sin tener una elección real.
Mientras en el otro extremo se llevan a cabo encuestas en todo el país de manera revuelta, confusa y complicada en la búsqueda de un líder para continuar con la cuarta transformación, el dedo mayor se mantiene tentadoramente cerca. ¿Permitirá que "el pueblo sabio y bueno" decida el futuro de México, o será más importante utilizar el dedazo? Veamos varios escenarios que podrían presentarse en la izquierda.
Supongamos que Claudia lidera las encuestas debido a su publicidad, acceso a información privilegiada o una campaña exitosa. ¿Estará preparada para competir contra otra mujer carismática respaldada por cientos de poderosos empresarios en una contienda externa? En este escenario, veremos al poder económico enfrentarse al poder político de manera más competitiva.
¿Y si el elegido fuera "El Carnal Marcelo," quien cuestionó el sistema de encuestas y se atrevió a criticar al partido desde el principio? ¿Valoraría el proceso que criticó inicialmente? Marcelo es uno de los funcionarios públicos con más experiencia en la contienda, mucho más que la candidata ungida por el dedo de la derecha. En esta situación, es posible que el dedo mayor, el del corazón, salga desde Palacio Nacional.
Desearía continuar explorando las opciones de otros candidatos, pero mi dedo, ahora vendado y dañado por la cirugía, comienza a doler. Solo puedo concluir diciendo que espero sinceramente que el proceso democrático de la izquierda no termine con un dedazo, porque eso heriría profundamente a México. El dedo cordial, el mayor, el del corazón, dividiría a toda la mano en lugar de unirla, y pronto lamentaríamos, como en los viejos tiempos... el regreso del dedazo, tanto en la derecha como la izquierda.