Sin duda la religión, para los creyentes, otorga sentido a la vida y es una fuente de consuelo y acompañamiento sobre todo en momentos difíciles. Sus predicadores como cualquier líder deben adecuar sus mensajes a las condiciones del momento, entorno y problemática de las personas. Se espera que fomenten la paz, armonía personal y fortaleza moral. Deben también promover el sentido cívico de sus feligreses.
Los sacerdotes, pastores, ministros y otras denominaciones son líderes de opinión que influencian el pensamiento y comportamiento de sus seguidores, de ahí que sea muy importante la calidad de los mensajes que emiten. Además, su figura es fortalecida por “la iglesia”, institución con validez social a quien se le otorga alta credibilidad.
El expresidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, Tijjani Muhammad-Bande, al inicio de la pandemia destacó el papel único de la fe al expresar que da "esperanza a los desesperados" y, en tiempos de ansiedad, "puede ser una fuente importante de consuelo y resistencia comunitaria". Señaló que los líderes religiosos y sus organizaciones tienen un papel aún mayor que desempeñar para salvar vidas y mitigar la propagación de la enfermedad.
En semanas pasadas circularon dos mensajes muy contrastantes de líderes católicos. El del Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, en el que habla de un “nuevo orden” y lo que traman personas como Bill Gates. Anticipa que, bajo el liderazgo de Gates, nos espera un próximo ataque de viruela en el cual ya están trabajando, en un laboratorio de su propiedad en Atlanta, a fin de tener un control político y económico en todo el mundo. El objetivo es tener un gobierno único con un solo ejército, una sola moneda, una sola economía y con la religión “de la madre tierra”, es decir, de la fraternidad universal. Señala el peligro que representan personas con poder político y económico que promueven acciones como las que estamos viviendo con el COVID, porque debilitan a las naciones y generan desigualdades y miedo. Además, según Sandoval, pretenden reducir la población y por eso diseñan estrategias para eliminar personas. “…La lucha en Estados Unidos en este momento no es entre Biden y Trump…es entre quienes quieren el orden mundial…” señaló.
También habló de las palabras “misteriosas” (sic) incluidas en las Sagradas Escrituras que empiezan a cumplirse, por ejemplo, las que refieren al encerramiento y al chip que tiene la vacuna. Señala que somos un rebaño al que pretenden manejar. Desde luego, al final, su mensaje lo encamina a la esperanza de creer en Dios, cuya filosofía triunfará pese a todo.
Pero, este tipo de discursos, ¿ayudan a la tranquilidad social y personal? Sin duda es un mensaje que además de no proporcionar las fuentes de información, puede generar mucha inquietud, miedo o en un extremo burla sobre la capacidad mental del cardenal. En sentido inmediato, puede hacer que la gente rechace la vacuna por temor al supuesto chip inoculado.
Por otra parte, el arzobispo Rogelio Cabrera López en una homilía dominical hizo tres llamados: Colocar la salud de los ciudadanos por encima de todo, atender la salud mental, y evitar las fake news y los abusos. Pidió a las autoridades de todos los niveles a que el centro de la preocupación sea el bienestar de la gente.
Exhortó a los especialistas a tranquilizar a quienes sufren de ansiedad o depresión por el aislamiento. Así mismo, a actuar con caridad, evitando el oportunismo que atente contra la armonía social. Hizo referencia puntual a la escasez de oxígeno que ha motivado a muchos a aprovecharse de la situación e incrementar precios. Fue una prédica articulada y aterrizada.
Sin duda, son mensajes opuestos los de Sandoval y Cabrera. Por Sandoval, muchos católicos podrían preferir alejarse de la religión. De ellos, de los sacerdotes que en este caso tienen además tienen un alto rango jerárquico, se esperan exhortos o reflexiones que representen un beneficio positivo en valores, actitudes y formas de entender la vida, y ahora con la pandemia, referencias alentadoras y que promuevan medidas preventivas, paciencia y compasión.
Siempre hay trasfondos e intereses ocultos sobre todo en instituciones de gran impacto social y global, pero es peligroso hablar sin señalar las fuentes de información y sin medir las consecuencias de las declaraciones.
Cuando no se tiene una estructura sólida de valores e información, se cree en todo, con mayor razón si proviene de investiduras aceptadas y/o veneradas. Los líderes también se equivocan y pueden decir falsedades. Es necesario ser cautos y buscar opiniones y fuentes certificadas, aun y en la Iglesia. No necesitamos más historias de terror.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com