El cerebro humano, un tesoro evolutivo

Nunca dejará de sorprenderme la evolución humana.

Nunca dejará de sorprenderme la evolución humana. La manera en que el ser humano emergió de formas de vida más primitivas, anfibias, reptilianas, para integrar elementos de funcionamiento de los animales mamíferos, finalmente coronarse en la escala animal y dar un salto cualitativo, teniendo como base el desarrollo de la neocorteza cerebral y sus funciones principales.

            El cerebro forma parte del encéfalo y del sistema nervioso central, se trata de un órgano muy especializado en cuanto a sus funciones, voy a recordar algunas de ellas para adentrarnos un poco en el tema; en términos generales sus funciones nos permiten tener una percepción del mundo, desarrollar nuestros pensamientos y escribir este artículo por ejemplo; experimentar y comprender nuestras emociones (hasta donde nuestra inteligencia emocional lo permita), coordinar nuestros movimientos (que por cierto, en esta etapa de madurez resulta un trabajo más esforzado). Con los elementos anteriores integrados, podemos vivenciar y disfrutar del mundo que nos rodea, del que formamos parte, que construimos y reconstrumios día a día, gracias en parte, al funcionamiento de nuestro cerebro.

            En mi época de estudiante de filosofía, siguiendo a los autores rusos que eran grandes científicos del siglo XX, ellos sostenían que la conciencia humana es un epifenómeno, producto de la actividad cerebral y los principios fisiológicos que la sustentan. No había tal cosa como una disociación mente/cerebro, se trataba esta relación de una unidad orgánica explicada desde una perspectiva materialista, apegada a una concepción monista del fenómeno psíquico.

            El monismo científico ruso no era la única aproximación teórica sobre la evolución del cerebro. Desde época previa se conocía la teoría de la "Selección Natural" que sostiene que se requirió una evolución amplia del cerebro, incluso en tamaño, considerando la complejidad creciente de las relaciones sociales, la resolución de problemas y la necesidad permanente de adaptarnos a entornos cambiantes.

            También conocí como estudiante universitario otras perspectivas teóricas sobre la evolución del cerebro humano; recuerdo la teoría del "Cerebro Social", que enfatiza en que el cerebro evolucionó bajo la presión de dar respuesta a las demandas cognitivas y emocionales que implicaba el gestionar relaciones sociales complejas.

            Me pareció muy lógica la teoría del "Cerebro Aumentado por la Dieta", que  plantea cómo el cerebro evolucionó en la medida en que se incorporó la proteína animal a la dieta humana.

            Recuerdo también la teoría del "Cerebro Expandido por la Tecnología", donde la evolución del cerebro se vió impulsada por la fabricación y el uso de herramientas cada vez más complejas, que requirieron habilidades específicas que fueron progresando sistemáticamente para su uso correcto, en un ciclo de mejora permanente.

            Para cerrar el tema de las teorías, solo mencionaré una más que me convenció bastante, me refiero a la teoría de la "Coevolución Genética y Cultural", que destaca cómo el tema de la evolución es muy complejo, donde intervienen factores genéticos y culturales, éstos se retroalimentan de manera sistemática y potencian aún más la evolución cerebral.

            Como lo señalé al inicio de este artículo, la evolución humana no deja de sorprenderme; resulta también fascinante observar cómo en la ontogénesis embrionaria y luego  en el feto humano, se da una réplica sintetizada de la filogénesis humana. Millones de años condensados en las primeras 40 semanas de desarrollo humano.

            En la primera etapa embrionaria, tenemos el desarrollo del cerebro reptiliano, vinculado con funciones básicas de supervivencia y comportamiento instintivo. El cerebro reptiliano incluye estructuras como el tronco cerebral, que regula funciones autónomas como la respiración, frecuencia cardiáca y temperatura corporal, además del cerebelo, que se encarga de la coordinación motora y el equilibrio.

            Luego tenemos el cerebro mamífero, que incluye áreas medias del cerebro, allí encontramos al tálamo y el hipotálamo, que juegan un papel importante en el procesamiento sensorial, la regulación del sueño, la respuesta emocional y el control hormonal.

            En último momento, en esta ontogénesis embrionaria, viene la expansión de la corteza cerebral, la capa más externa del cerebro, responsable de funciones cognitivas superiores, como el pensamiento, el lenguaje, la memoria y la toma de decisiones.

            Hoy que realizo un recuento de la importancia del cerebro humano, obviamente quisiera exhortar al estimado lector y lectora, a que cuiden la salud de este órgano tan indispensable para la vida; pero hoy a la distancia, no sé si prediqué o no con el ejemplo.

            Seré sincero, durante mi agitada vida laboral, dormía poco, menos de ocho horas diarias, mi dieta no era muy saludable, comía a la hora que podía y no tenía conmigo un nutriólogo orientándome de manera constante cómo mejorar mi alimentación. Las jornadas de trabajo eran extensas y había mucho estrés, especialmente a la hora de tomar decisiones, que esa era mi responsabilidad principal.

            El estilo de vida mencionado me llevó a un infarto cardíaco que requirió cirugía abierta de corazón. Para la operación el anestesiólogo no escatimó y me inyectó sustancias opioides muy intensas para mi cerebro. Generó un estado mental alterado postoperatorio que duró varios días.  Logré recuperarme pero a partir de entonces comencé a ver personas muertas por aquí y por allá sin proponérmelo. Realmente ha sido una situación un tanto desagradable porque soy ateo, profeso el materialismo dialéctico e histórico, y esos fantasmas que no dejan de asediarme no creo que sean marxistas.

            Luego, de manera más reciente me vino un aletargamiento mental, "no puede ser", me dije, "necesito resolver esta situación, de otra manera, me resultará imposible seguir colaborando con el periódico El Porvenir". El neurólogo tuvo una respuesta: "No se preocupe, es solo falta de sodio, un pequeño desequilibrio neuroquímico que tiene arreglo", afortunadamente así fue.

            No quiero hacer la lista personal de desperfectos cerebrales más larga, actualmente trato de practicar un poco de yoga y taichí, tal como lo recomiendan los médicos, pero de plano los deportes nunca han sido mi fuerte. Mi linda esposa, María Luisa, ella toma clases de danza y natación por las mañanas, realmente me impresiona su vitalidad. Tengo mi grupo de buenos amigos jubilados, con quienes me reúno semanalmente para platicar, tomar café y almorzar.

            En realidad lo que más me motiva emocionalmente es el amor familar que recibio de mis figlios y figlias, es un vínculo afectivo muy importante que me sostiene día a día, así como tener cerca a la Chumina, una perrita maltés, también, sobreviviente de mil batallas.