Las recientes designaciones del partido Morena de las candidaturas al Senado por la vía plurinominal favoreciendo a Adán Augusto López y Marcelo Ebrad, entre otros, han movido el panal y las avispas políticas andan más que furiosas, tanto por la parcialidad con que se eligieron a los prácticamente senadores, como por la imposición para pagar el favor de los mencionados por haberse disciplinado al perder el proceso de nominación a la presidencia de la república.
La preocupación o temor de Morena para integrar las listas de los senadores, diputados federales y de las diferentes alcaldías que están en juego en este proceso electoral no es gratuita. La negociación con los Partidos Verde y del Trabajo, así como con los diferentes grupos que integran el partido oficial y la coalición "Sigamos haciendo historia" no estuvo nada sencilla y no se ha cerrado, porque hasta ahorita los procesos internos de Morena han tenido tropiezos que se han traducido en el abandono de grupos de militantes desplazados y con mayores méritos que muchos de los elegidos y que además recién llegaron a Morena provenientes de partidos como el PRI y el PAN.
Este tipo de situaciones lastiman la imagen que como partido quieren dar los morenistas, un partido disciplinado, unido en torno al presidente y a su candidata, monolítico, sin fisuras, pero sobre todo destinado al triunfo en cuanta elección se presenta. Un partido dispuesto a dominar todo el escenario político nacional, como antaño el PRI, copando los tres poderes de gobierno y los tres niveles gubernamentales.
En este sentido Morena no puede permitirse disensos ni herejías políticas, que de facto se dan a todos los niveles de militancia, porque rompería la imagen de un avance imparable. Cada elección tiene que ser ganada por los candidatos morenistas a cualquier precio, incluso ofreciendo embajadas y posiciones en la administración pública, so pena de romper al interior y también hacia afuera.
El presidente Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en jefe de campaña de la candidata presidencial y en torno suyo gravita la política interna del partido y también la del país. Pero no puede impedir que quienes han sido desplazados por los recién llegados se sientan defraudados, tal como sucedió en las candidaturas a los gobiernos de los nueve estados donde habrá elecciones este año. Muchos militantes decidieron abandonar las filas del partido y se fueron con todo y su base electoral y otros se quedaron pero no se comprometieron a apoyar al candidato en turno.
Los dirigentes morenistas consideran que no tienen todo a su favor, por eso en varios estados del país se han elaborado fórmulas separadas de los partidos que forman la coalición "Sigamos haciendo historia" para lograr más senadores, tanto de elección directa, segunda opción y plurinominales.
Eso significa un rango amplio de debilidad, pues a pesar de que Morena gobierna en 23 estados no está del todo seguro ganar en los que están en juego. Y la ambición manda, no el espíritu de servicio, pues para las candidaturas plurinominales se inscribieron 10 mil militantes. Ya se verá el procedimiento para nominar al bendecido. Y como en las ferias del rancho se dicen que será mediante una tómbola.
Vaya.