Comentamos en nuestra anterior entrega que Nuevo León requiere de un estadista que siente las bases para que el estado se proyecte a la nueva economía, la del tercer milenio que fundamentalmente está basada en la tecnología de la información, la IA y lo que en general se considera el sector terciario de la economía, un sector en el cual no se producen bienes físicos, sino prioritariamente servicios.
Desde nuestra perspectiva, uno de los pilares de ese sector de la economía, que algunos conocen como "nueva economía", lo constituye la educación. Pero no hablamos de una educación reactiva, sino de una proactiva. Ejemplo de la primera fueron las reacciones que diferentes instituciones educativas tuvieron frente al anuncio de la fallida instalación de Tesla en el estado, aunque ese haya sido un caso excepcional.
Entendemos que en nuestra entidad existen instituciones de excelencia en el ámbito académico, como la UANL, el TEC, la UDEM y la UR por señalar sólo algunas, sin embargo, consideramos que esa excelencia debe partir desde la educación básica, que incluye la inicial, en donde los maestros nuevoleoneses han destacado pero que requieren capacitación para enfrentar las nuevas realidades.
Se trata de formar un tipo de pensamiento acorde con la actualidad, en la cual el cambio tecnológico domina el horizonte no solo productivo, sino del pensamiento en general.
Una de las cuestiones que debemos tener en cuenta es que mientras la realidad cambia, se transforma velozmente, las estructuras administrativas no lo hacen, de ahí que en ocasiones no es tanto que las universidades no quieran o no puedan ofrecer nuevas carreras, más acordes con la realidad, sino que simplemente la estructura burocrática no lo permite.
Así es que, desde ya, porque ya perdimos 25 años de este siglo, debemos trabajar para que la educación de Nuevo León sea más dinámica por lo que respecta a la parte administrativa, pero también que lo sea en el ámbito propiamente académico.
Insistimos en que, si bien el mercado puede empujar hacia ese horizonte, el Estado en su sentido más amplio, puede frenarlo y es ahí donde debemos actuar decisivamente y apostando por el futuro.
No es una labor sencilla, tampoco para pusilánimes que solamente ven el corto plazo, se trata de una labor que requiere de valentía, de trabajo constante e inteligente, de fortalecer la capacitación de los maestros en activo y de modificar la formación de las nuevas generaciones de docentes.
Pero, además, requiere de, ahora sí, valorar el trabajo de los educadores de manera que no sólo se les distinga en el discurso, sino en la realidad, pero también de que los maestros respondan con resultados tangibles que se reflejen en la calidad de los egresados de cada uno de los niveles educativos.
Insistimos, no es trabajo para los débiles, no es trabajo para los mediocres, se requiere de alguien que tenga una visión de Estado que le permita resistir las presiones cortoplacistas.
No es la educación lo único en lo que hay que trabajar con visión de largo plazo, hay otra infraestructura que es necesario generar, pero de eso hablaremos después.