Solía jugar a hacer barquitos de papel después de la lluvia y dejaba que la corriente de agua se los llevara; era divertido, pero desperdiciaba decenas de hojas. Me bañaba cantando con la regadera abierta que formaba parte de los coros en mi concierto mientras me pasaba el jabón por todo mi cuerpo. También era común salir con la manguera para barrer las calles, banquetes y hacer menos esfuerzo con la escoba, al igual que lavar los coches los fines de semana sin la pesadez de cargar tinas. Esa era parte de la cotidianidad que, de una manera inconsciente, la mayoría de la gente hemos hecho.
Por otro lado, las industrias continúan con su enorme contaminación a través de sus chimeneas, provocando emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático. Utilizan fertilizantes y pesticidas que contaminan los ríos, lagos y acuíferos. No hay conciencia por parte de la industria, y los gobiernos parecen mostrar cierta permisividad. Entonces, como diría "El Chapulín Colorado", ¿quién podrá ayudarnos?
Este fin de semana en Nueva York, la lluvia colapsó el sistema de alcantarillado y provocó inundaciones generalizadas en calles, sótanos, escuelas, vehículos e incluso el metro de la ciudad. Según los científicos expertos, esto es un síntoma del cambio climático, con una atmósfera más cálida que actúa como una enorme esponja, dejando caer en unas pocas horas un torrente de agua. Aunque en esta ciudad "viven muchos superhéroes", nadie llegará a rescatarlos si no hacemos algo urgente.
Lo mismo sucede en nuestro estado, donde, a pesar de todas sus deficiencias, el gobierno estatal y federal están trabajando en el nuevo acueducto "Cuchillo II" para traer más agua a nuestra metrópolis. Este acueducto es capaz de proporcionar agua constante tanto para el consumo como para las industrias que tenemos. Pero si las sequías continúan en nuestra zona, debe haber un cambio profundo en la sociedad, en la forma de cuidar el agua y el medio ambiente. Las industrias deben ser en verdad socialmente responsables en sus procesos de producción para no seguir contaminando.
Paso casi a diario por "La Presa de la Boca", ya que vivo en Santiago. Del agua y el verde que la rodeaban, solo queda tierra desértica y árboles que se van secando. Los barquitos no son los de papel con los que jugábamos, y la abundante agua se los llevaba. Ahora las embarcaciones están varadas entre polvo, tierra y basura que seguimos dejando cuando vamos de paseo. Seguimos sin ser conscientes de que con nuestras pequeñas o grandes acciones, día a día, a veces somos parte del ecocidio al planeta.