"Los discursos inspiran menos confianza que las acciones"
Aristóteles
Créame cuando le digo que siento por don Carlos Slim una profunda admiración y respeto. No es nada sencillo, más que el tener éxito en los negocios, el mantenerte y multiplicar los aciertos de la manera en la que este mexicano lo ha conseguido; se requiere tener los pies muy firmes en el suelo y no perder la brújula.
Sin embargo, el Ingeniero demostró ayer en su participación en la Cumbre de Premios Nobel por la Paz, lo fácil que puede ser el "simplificar" temas como la inseguridad, desde la retórica.
Dijo don Carlos que "para construir sociedades pacíficas, primero es necesario trabajar en la formación de familias armónicas, con una buena convivencia", y sí, suena muy bonito, pero el punto medular no está en el "¿qué?", sino en el "¿cómo?"
¿Cómo pedirle armonía a un padre de familia que debe pasar cuatro horas para llegar y volver de su trabajo diariamente, una para que pase el camión y otra de ida y otras tantas de regreso? ¿Cómo pedirle paz a una familia que sufre por la falta de agua? ¿Cómo hablarles de convivencia cuando todos los integrantes de esa familia viven aterrorizados por la inseguridad que prevalece en su entorno?
¿Cómo pensar en desarrollo cuando las oportunidades brillan por su ausencia? ¿Cómo recriminar a los jóvenes que sucumban ante la tentación de las drogas o los embarazos precoces en una sociedad como la que vivimos? ¿Cómo pensar en valores si los ejemplos que hoy ven son el que una mujer gana millones de pesos desnudándose frente a una cámara o bien un tipo alcanza el éxito hablando estupideces e insultando a media humanidad?
Disculpe don Carlos, pero me parece que cargarle la responsabilidad a las familias no es lo correcto y que no está ahí la solución. En todo caso debemos cambiar como sociedad y eso implica una profunda transformación.
Es necesario alzar la voz, fuerte y claro, y criticar esas acciones que van en contra de los valores que realmente debemos promover; debemos conseguir que como comunidad esos personajes sean mal vistos para que su ejemplo no contagie a los demás.
Debemos contar con un sistema de justicia eficiente, con jueces votados, elegidos o designados, sea como sea, pero que impartan realmente justicia y eso significa que ocurra de una manera expedita. Tenemos que encontrar la manera de que se castigue con severidad la delincuencia y sobre todo la violencia en todas sus formas.
Tenemos, aquí sí voy de acuerdo con usted, que invertir y mucho en la educación, la capacitación, la nutrición, la salud, pero una salud que cubra a todos.
Es urgente el diseñar como sociedad medidas que permitan la construcción de un "piso parejo", como lo llama mi amiga Martha Herrera, para todos los mexicanos. Debemos pensar en soluciones que no sólo atiendan a grupos poblacionales con criterios electorales.
Desde su posición don Carlos, usted puede encabezar un movimiento que de verdad transforme México, que logre ese cambio de mentalidad en nuestra sociedad y que consiga que los gobiernos reorienten su gasto social a formas más creativas y justas para verdaderamente invertir en nuestro futuro.