El próximo jueves 21 de noviembre, es decir, dentro de tres días, tendremos una jornada de celebración dedicado al tema del saludo. Obviamente no es una fecha oficialmente reconocida, forma parte de una iniciativa ciudadana para fomentar la sana convivencia y la paz entre las personas y las naciones.
Esta propuesta surge de los hermanos MacCormak, estudiantes de la Universidad de Harvard que, en el año 1973, atemorizados por la guerra entre Israel y Egipto, decidieron llevar a cabo esta idea a nivel internacional con el fin de lograr que las naciones y las personas puedan dar espacio a un gesto de comunicación genuino como el saludo, que es universal, especialmente el apretón de manos, y establecer así un lazo de reconocimiento y respeto humano.
El saludo es contrario al acto de la indiferencia, no se trata de ignorar el vínculo humano sino de exaltarlo de manera natural. Al tratarse de un acto comunicativo posee gestos y también palabras, se trata de un signo lingüístico, con su significante y significado. Forma parte de una semiótica donde se destaca el carácter pragmático del lenguaje humano. Lo importante del saludo como singo lingüístico es su capacidad comunicativa con el otro. Se envía un mensaje y al provocar la comunicación humana, se recibe una respuesta por parte del receptor, que a la vez es otro mensaje, que hay que decodificar, y así, en este vaivén comunicativo, se establece un vínculo humano, al menos, se abre la puerta para ello.
La parte gestual del saludo puede ser una sonrisa, al menos eso es lo esperado, pero igual puede haber un rictus facial que refleje una reticencia a este acto comunicativo. Un saludo natural y espontáneo puede abrirnos al reconocimiento del otro de manera inmediata, especialmente cuando obtenemos una respuesta favorable o similar, esto traduce entusiasmo y sienta las bases para un clima social positivo.
En la parte del contenido verbal del saludo, realmente puede ser algo muy breve, comparto con el estimado lector/a, de acuerdo con las veinte lenguas con mayor cantidad de hablantes en el mundo, la expresión de salutación más sencilla pero efectiva: (1) Inglés: Hello; (2) Chino (Mandarín): ?? (Ni hao); (3) Hindú: ?????? (Namaste); (4) Español: Hola; (5) Árabe: ????? (Marhaban); (6) Bengalí: ?????? (Hyalo); (7) Portugués: Olá; (8) Ruso: ?????? (Privet); (9) Japonés: ????? (Konnichiwa); (10) Panyabí (Panjabi): ?? ???? ???? (Sat Sri Akal); (11) Alemán: Hallo; (12) Javanés: Halo; (13) Telugú: ??? (Halo); (14) Turco: Merhaba; (15) Coreano: ????? (Annyeonghaseyo); (16) Francés: Bonjour; (17) Tamil: ??????? (Va?akkam); (18) Urdu: ???? 8 )Salam); (19) Italiano: Ciao; (20) Swahili: Hujambo.
También los gestos para el saludo pueden ser corporales, como una reverencia conocida como "ojigi", la cual se realiza por ejemplo en Japón, y según el grado de inclinación física este nos indica la formalidad y traduce el nivel de respeto que se quiere expresar.
El "namaste" en la India implica juntar las palmas de las manos a la altura del pecho y ofrecer con ello un reconocimiento y buena voluntad hacia el otro. En México y otras partes de Latinoamérica, se acostubmra el beso en la mejilla. En Europa también es el beso pero en ambas mejillas.
En Tailandia tienen un saludo conocido como "wai", similar al namaste indio, pero la ubicación de las palmas juntas, depende del nivel de respeto que se quiera transmitir, entre más arriba mayor reverencia.
También es muy conocido el saludo "hongi", que consiste en presionarse mutuamente la nariz y la frente, se practica en la isla de Nueva Zelanda. En el Tíbet, acostumbran sacar la lengua y mostrarla. En Greolandia, se olfatean mutuamente, a la altura de la mejilla. La tribu Massai en Kenia, se escupen a la cara como parte de esta vinculación que conlleva el saludo humano. En Zimbawe se aplaude en una ocasión como saludo.
En realidad este tema del saludo no lo tenía contemplado como colaboración para este importante periódico, es la figlia Carolina quien el día de ayer domingo 17, como cada semana, acude a almorzar a primera hora, y me preguntó qué acciones realizaría con motivo de esta celebración próxima.
Como parte de las actividades para ese importante día, me dijo que acudiríamos a un restaurant cercano, muy concurrido, y allí saludaremos a 20 personas desconocidas. Pensó ella que me iba a amedrentar con el reto, pero se equivocó. Fue así que tuve que explicarle por qué no me generaba la menor inquietud esa presunta osadía.
Cuando era joven trabajaba y estudiaba a la vez. Esto ocurrió en la época de la preparatoria, donde para sortear los gastos y contribuir económicamente con mi familia, me desempeñé como vendedor de una casa comercial. Mi trabajo consistía en ofrecer relojes y otros enseres domésticos bajo la modalidad de venta por cambaceo.
Ganaba cinco pesos por cada reloj de péndulo que vendiera. Para mi sorpresa la gente se interesaba mucho en este tipo de artefactos, y como se ofrecían a crédito, se quedaban inmediatamente con ellos, especialmente con los de sonería, que marca cada hora con una campana o gong.
Diariamente vendía alrededor de 10 relojes, por lo que mi salario superaba al de un profesor de la época que ganaba 260 pesos mensuales. Mi paga al cerrar el mes era cuatro veces mayor que dicha cantidad.
Me convertí en el mejor vendedor del equipo, mis ventas eran las más altas, así que fui recomendado para llevar cursos especializados en técnicas de ventas. Algunos ejercicios prácticos consistían en llegar a un espacio donde existiera gran flujo de personas. Allí en la multitud desconocida, habría que abordar diariamente, al menos a cuatro personas nuevas, iniciar una conversación espontánea, luego introducir subrepticiamente el producto a vender, y lograr el "sí" esperado.
Obviamente para presentarnos con estas personas desconocidas, habría que iniciar el contacto con una sonrisa y luego el estrechón de manos. El apretón debería ser firme pero no muy fuerte, para no intimidar al prospecto... entre otras minucias que recuerdo propias del arte de las ventas.
Con estos antecedentes en mano, hoy espero con ansia este próximo jueves 21, que en compañía de mi querida figlia Carolina, acudiremos a ese atriborrado centro comercial, para saludar a muchas personas desconocidas, obviamente en esta ocasión será para desearles bendiciones y los mejores deseos.