El 17 de mayo se conmemora el día contra la homofobia, lesbofobia, bifobia y transfobia. Es precisamente el día en que se dejó de catalogar la homofobia como una enfermedad mental.
Cada año hay actividades y manifestaciones positivas; sin embargo, también continúan los discursos de odio contra la diversidad.
Hace algunas semanas en Nuevo León se puso en discusión el tema de si los padres y madres deberían llevar o no a sus hijos a actividades relacionadas con lo que los críticos consideraban "de la diversidad sexual".
Considero que algunas personas creen o quieren creer que la diversidad sexual, la identidad de género o expresión de género puede controlarse si se evitan ciertas actividades.
Personas quieren evitar que sus hijos y de paso los hijos de otras personas sean homosexuales, lesbianas, personas trans o bisexuales. Quieren controlar lo que está más allá de sus manos y de sus familias.
Su esperanza es controlar los factores externos, las actividades culturales, libros, películas, programas de televisión, etc. Tenemos que aceptar las y los adultos que esto no funciona así, cada persona responde de forma diferente a los estímulos. Además, cada persona se relaciona sexo afectivamente con quiénes le atraen.
Quizás no es relevante, pero les contaré mi experiencia personal para ejemplificar lo anterior. Yo soy una mujer bisexual, me di cuenta que era diferente a la mayoría cuando tenía 11 años de edad. Desde entonces me sentí atraída por una artista mujer que veía en una telenovela, su personaje era completamente heterosexual, pero me parecía de lo más bonita. Ser bisexual no significa que me gusten todas las mujeres y hombres, en realidad son pocas personas las que me resultan atractivas. No salí del closet hasta la edad adulta por vergüenza, pero siempre supe quién soy. En mi comunidad nos enseñaban a sentir vergüenza por todo.
Con este recuerdo solo intento decir una cosa, no depende del exterior, depende de lo que sentimos adentro, de como responde nuestro cuerpo a los estímulos y es en diferentes edades, no todos detectan su orientación sexual o identidad de género a la misma edad.
No es de mi interés dialogar con menores de edad sobre su respuesta a estímulos, les corresponde a sus madres, padres y tutores; sin embargo, si me corresponde velar porque nadie sea discriminado por ser quién es. Que nadie sea víctima de violencia por la ignorancia de terceras personas.
Lamento que le tengan miedo a la diversidad, es triste ver qué construyan sus propuestas políticas sobre el odio y la intolerancia. La falta de empatía no debería ser cualidad de ningún candidato o candidata, de ningún líder o influencer. Estamos en 2023.
¿Cuando llegaremos a tener una sociedad sin haters? No lo sé, pero si sé que estamos trabajando en ello muchas personas, si sé que no depende del exterior y que aunque ahí, en el exterior haya mucho odio, en el interior de cada persona de la diversidad hay mucho amor. Espero que algún día ese amor llene a la sociedad y los haters sean cada vez menos, que abracen su heterosexualidad y al mismo tiempo permitan a los demás abrazar su diversidad, todo esto sin conflictos y sin violencia verbal, ni de otros tipos. Espero que sea pronto por el bien de nuestra sociedad. Mientras tanto aquí seguiremos, existiendo y resistiendo.