De vergüenzas hablando

En el ocaso del sexenio, la autodenominada 4T, está cada vez más en encono contra todo aquello que sea una realidad (o punto de vista), diferente al propio.

En el ocaso del sexenio, la autodenominada 4T, está cada vez más en encono contra todo aquello que sea una realidad (o punto de vista), diferente al propio.

El pasado jueves, el presidente López Obrador dejó ver lo poco que le importa el haber revelado un número telefónico ajeno, en este caso, el de la corresponsal del periódico New York Times, Natalie Kitroeff.

La molestia generalizada a la violación de los datos personales de la comunicadora fue para él, motivo de exageración y para nada, un error presidencial, mucho menos una violación a la Ley General de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados, LGPDPPSO.

"Si la compañera está preocupada porque se dio a conocer aquí su teléfono, que cambie su teléfono, otro número, y ya".

Pero cuando se trató de la filtración del número telefónico de su hijo José Ramón López Beltrán, la cosa cambió; indignado calificó el hecho de "muy vergonzoso".

Al desaire legal de revelar el teléfono de la periodista, además del celular del hijo mayor, salieron a la luz muchos números para localizar a funcionarios, políticos y simpatizantes de la 4T y muchos se quejaron de los mensajes de "hate".

Sin afán de ponerme técnica, la LGPDPPSO establece que "los datos personales es cualquier información concerniente a una persona física identificada o identificable. Se considera que una persona es identificable cuando su identidad pueda determinarse directa o indirectamente a través de cualquier información".

Y tal como señala el presidente del INAI, Adrián Alcalá "nadie puede estar por encima de la ley", ni si quiera la autoridad moral a la que apeló el presidente por revelar la información de la corresponsal del NYT.

De hecho, parece recurrencia presidencial, pues apenas el pasado 26 de enero, el gobierno federal divulgó información personal de comunicadores que dan cobertura a la tradicional "Mañanera", en Palacio Nacional.

Ello llevó a que al menos 26 de estos periodistas interpusieran ante la Fiscalía General de la República una denuncia contra quien resulte responsable por la sustracción ilegal de sus datos personales, aunque el gobierno federal acusó del hecho a un ex empleado.

Y mientras el comisionado presidente del INAI vacaciona, sigue el tú a tú, de quién tiene la razón, las pseudo justificaciones, y por supuesto, las violaciones a la ley que, sin duda y sin pretexto, deben ser sancionadas.

No debería, pues, sorprender que la plataforma YouTube, bajara el video de la polémica conferencia de prensa en que se abordó el tema de la corresponsal del NYT (aunque más tarde apareció editada); tampoco debe ser motivo de sentirse heridos; es lo menos que se podía hacer.

¿Vergonzoso que se filtre el teléfono de López Beltrán? ¿A él también se le pedirá simplemente que cambie de número? Vergonzoso es lo que sigue pasando en el país donde parece prevalecer la impunidad.

Para el presidente, quienes ejercen el periodismo "se sienten bordados a mano, una casta divina, privilegiada", que puede, dice, eso sí, "con todo respeto", "calumniar impunemente".

No será el último "agarrón", estoy segura, porque mientras se insista en no aceptar más realidad que la propia y se esté a la defensiva, como dice el profeta Ezequiel en la Biblia, "verás cosas aún peores que estas".