Aclamado como uno de los líderes más influyentes del siglo xx, Juan Pablo Segundo ha pasado a la historia, entre otras cosas, por su lucha a favor de la paz y por una fe ecuménica, esto, es, la mejora de relaciones entre la iglesia católica y otras religiones como el judaísmo, el islam y la iglesia ortodoxa oriental.
Justo un día como hoy, 16 de octubre, pero de 1978, Karol Wojtyla fue nombrado el primer Papa polaco en la historia. Hasta antes de Francisco, es el Pontífice más recordado y quizá el más conocido. Su pontificado se extendió a lo largo de 27 años y de acuerdo con los historiadores, es el tercero más largo de la historia después de Pedro y Pío IX.
Juan Pablo Segundo, ya elevado a los altares, rompió "el molde" de un Pontífice no italiano; fue un Papa que recorrió los cinco continentes; realizó 104 viajes fuera de Italia y 146 dentro del país; estuvo en 129 países y dentro de esos trayectos incluyó Tierra Santa, viaje en que reconoció, por primera vez en la historia universal, los derechos nacionales del pueblo palestino, cuyo brazo armado Hamás libra hoy una encarnizada guerra con Israel.
Como líder de los católicos, pidió perdón por los errores ancestrales cometidos por la iglesia.
Amó a México y a los mexicanos, como a nadie; visitó nuestro país en cinco ocasiones, siendo la primera vez en 1979, recién nombrado Sumo Pontífice; después en 1990 y en 1993 al concluir la denominada Guerra Fría; en 1999 y ya enfermo, en 2002.
Fue un amor mutuo, de nuestro país dijo "México siempre fiel" y los mexicanos le devolvimos el piropo con "Juan Pablo Segundo, te quiere todo el mundo".
El Papa identificaba fácilmente fuera de México, a los mexicanos y como prueba, una frase que ya se quedó para la historia "México sabe bailar, México sabe cantar, México sabe rezar, pero más que todo... México sabe gritar".
Amén de sus esfuerzos por llevar la fe, el catolicismo, a más lugares en la tierra, conquistó el difícil y escéptico corazón de muchos jóvenes para quienes creó la "Jornada Mundial de la Juventud".
Pisando más intereses políticos y religiosos de los que hubiera querido en ese esfuerzo pacifista de tratar de cambiar al mundo, fue que un enfadoso radical, Mehmet Ali Agca, atentó contra la vida del Pontífice el 13 de mayo de 1981 y aunque se recuperó y le otorgó el perdón, la salud de Juan Pablo Segundo, solo vivió uno tras otro, deterioros hasta el final de su existencia, el 2 de abril del 2005.
Podríamos extender este ejercicio editorial porque hay tanto por decir de Karol Wojtyla; no obstante, y a propósito del conflicto entre palestinos e israelíes, cerraré con una frase de Juan Pablo Segundo, justo en un encuentro ecuménico en Asís, en 1986, donde el tema fue orar por la paz mundial:
"Las religiones del mundo, a pesar de las diferencias fundamentales que las separan, están todas llamadas a dar su contribución al nacimiento de un mundo más humano, más justo, más fraterno".
Cuarenta y cinco años desde aquel histórico 1978, pero el legado de paz y de amor de Juan Pablo Segundo, sigue tan vivo y vigente como desde el primer día. Ojalá más líderes trabajaran con un ahínco similar para construir un mundo más justo y mejor.