Estaba por llegar el año 2000 cuando se generalizó la versión de que el mundo se acabaría. No es de extrañar; todas las religiones han manejado alguna especie de apocalipsis y el 2000 era señalado, si no como el fin del mundo, sí como un desastre a nivel mundial por el Y2K bug por el numerónimo Y2K (en el que Y=year o año, 2=dos y K=kilo o 1.000) ¿lo recuerda?
Pero llegó el año 2000 y poco más de dos décadas entonces el mundo, aunque perdió muchos millones de vidas por la pandemia del 2020, no se acabó.
Del 2000 a la fecha fueron emergiendo lo que hoy conocemos como redes sociales. En 2004, nació la más famosa y "antigua" red social: Facebook.
En 2006, emergió Twitter, y en 2010, nace Instagram. Más recientemente, en 2018 llegó una plataforma conocida como Douyin y en menos de un año apareció en los demás países con el nombre de TikTok. Son sólo algunos ejemplos.
Justo en medio de la pandemia generada por el Covid 19, al no poderse vivir el mundo "en vivo" debido al confinamiento, se fortaleció el mundo digital para seguir en contacto con los seres queridos a través de Zoom, Meet, video llamadas; además de estar informado de lo que pasaba y mil cosas más.
Hace un par de días, el estado norteamericano de Utah acordó establecer un marco legal mediante el cual los menores de 18 años de edad tendrán un toque de queda digital en el horario de 10:30 de la noche y hasta las 6:30 de la mañana. Arkansas, Texas, Ohio, Louisiana y Nueva Jersey están presentando propuestas similares.
Esta cruzada contra las redes sociales tiene muchas vertientes, siendo las principales la política, donde al menos en Estados Unidos se le ve, muy particularmente a Tik tok, como una puerta de espionaje de los chinos.
Y está la vertiente social, donde muchos padres de familia han acusado a las redes de destruir vidas y se cita el ejemplo de un menor que se suicidó por que el algoritmo de Tik Tok le ponía a la mano muchos videos violentos.
Añadiría yo que las redes sociales nos han privado de la convivencia con personas reales, de manera particular en el ambiente familiares y de trabajo.
Aquí aplica la frase de comercial televisivo: nada con exceso, todo con medida.
No podemos denostar el papel de las plataformas y redes sociales en nuestro globalizado mundo, tan es así que muchos de nuestros jóvenes ven en a los influencers como ejemplo y lo consideran una profesión viable.
Pero por otro lado tampoco podemos dejar nuestro papel regulador de estas redes en casa. Entiendo que los jóvenes pudieran ser los más perjudicados en cuanto a la salud mental se refiere, a su desempeño académico, pero aplica a cualquier edad y condición social.
Estados Unidos ha levantado sus "red flags" y le ha puesto candados legales, pero Latinoamérica debería (deberíamos) hacer otro tanto, justo para mantener un equilibrio en que prevalezca, por supuesto, la protección de datos personales.
Una supervisión más adecuada sobre las redes de nuestros menores y sus cuentas, nos evitaría muchos y lamentables casos de adolescentes en manos de depredadores, en la trata de personas, tráfico de órganos, y de discursos de odio.
El marco jurídico en el vecino país se empieza a construir y a vuelta de un año entrará en vigencia. Habrá que ver la evolución del nuevo mundo digital que construyen nuestros socios comerciales para ver qué hay de rescatable y aplicarlo.
Mientras eso sucede, no dejemos todo a los políticos; en familia podemos ir poniendo pequeñas reglas para el uso seguro de celulares y plataformas de nuestros seres queridos.