Hace unos meses compartí extractos de un texto del Wall Street Journal, titulado "Mientras el mundo miraba hacia otros lados, Corea del Norte se volvió una mayor amenaza". Es decir, lo que se publica actualmente respecto a la potencial participación de militares norcoreanos en la guerra Rusia-Ucrania, debe ser analizado no solo desde su impacto en ese conflicto, sino también desde sus efectos en Asia.
La dimensión ucraniana
1. Debido a su ofensiva en Ucrania, Rusia se ha visto orillada a efectuar transformaciones estratégicas en su aproximación hacia la cuestión norcoreana. En el pasado, Rusia colaboraba con Occidente pues la nuclearización de la península coreana no estaba en su interés. Ahora en cambio, sus acciones colocan a Pyongyang en el centro.
2. De confirmarse la participación de militares norcoreanos en operaciones relativas a la guerra en Ucrania, la internacionalización del conflicto no se limita ya al respaldo indirecto sino, por primera vez, estaríamos frente a la intervención activa de terceros países en la guerra, lo que representa un delicado escalamiento.
3. En lo táctico, Rusia podría emplear a las fuerzas especiales norcoreanas para defender Kursk, el territorio ruso que Ucrania invadió desde hace unos meses y de ese modo, seguir adelante con sus lentos pero constantes avances en el este ucraniano.
4. Pero sumar las tropas norcoreanas a la guerra es apenas una medida que se añade al respaldo de Pyongyang a Rusia en armamento, no es una medida final. Posiblemente veremos más despliegues similares.
La dimensión asiática
1. En el fondo, la situación en la península coreana permanece irresuelta y en deterioro. Las decenas de pruebas con misiles que ha lanzado Pyongyang en los últimos años son un intento por recordarlo. A esos ensayos debemos sumar decisiones como declarar definitivamente a Corea del Sur como un país enemigo y abandonar cualquier esfuerzo por la reunificación negociada.
2. Para entenderlo, debemos recordar que Corea del Norte es un país que se autopercibe bajo constante amenaza de desaparecer, más aún tras el fin de la Guerra Fría, o cuando en 2002 es incluido como parte del "Eje del Mal" por Bush. Por consiguiente, la lógica que mueve las acciones del régimen está en garantizar su supervivencia y asegurar el control del país. Para mantener e incrementar su poder disuasivo, Pyongyang necesita continuar demostrando que tanto su programa nuclear como su programa de misiles siguen avanzando.
3. Con Trump hubo un importante intento de acercamiento y negociación, pero éste finalmente fracasó. Con la llegada de Biden, irrumpieron muchos otros temas en la agenda que han terminado por ocluir al tema coreano.
4. Así, las necesidades rusas son vistas por Kim Jong-un como una enorme ventaja para sus propias metas. La alianza militar con Rusia compromete a Moscú a respaldarle —no solo con armas, sino incluso posiblemente con tropas— en caso de que Corea del Norte fuese atacada. Y esto ya tiene un enorme efecto disuasivo adicional al programa nuclear. Para Kim, además, su colaboración con Moscú en la guerra de Ucrania abre las puertas de la cooperación rusa en sus proyectos nuclear y de misiles, los cuales, si bien presentan avances considerables, también tienen defectos y áreas en las que requieren mejorar para seguir creciendo. Adicionalmente, Pyongyang también está pensando en otros temas prácticos, como la capacitación y experiencia que sus tropas pueden adquirir.
En suma, los despliegues norcoreanos en Ucrania, independientemente de lo que logren para Moscú, ya tienen repercusiones no solamente para el conflicto en Ucrania, sino también para el coreano.