Controlar el pasado

El historiador Zunzunegui sostiene que “quien controla el presente, controla el pasado y, quien así lo hace, controla el futuro”

El historiador Zunzunegui sostiene que “quien controla el presente, controla el pasado y, quien así lo hace, controla el futuro”. Este juego de palabras se refiere a que la historia narrada, más que un recuento de los hechos, es una interpretación ideologizada del pasado que pretende moldear el futuro. Naturalmente la historia la escriben los vencedores presentes, borrando de tajo lo que los ganadores pasados habían aseverado como verdad. Pensadores como Aristóteles, Francis Bacon, Hobbes y Foucault han sostenido que “el conocimiento es poder” y, en el ámbito político, lo es todo. Entonces, para los líderes políticos, es fundamental narrar la historia según la interpretación que les convenga para someter y controlar a las masas presentes y futuras. Es un acto de poder desde donde se definen los “hechos”.

El recuento del pasado de México, dependiendo de la corriente de pensamiento que ha ocupado el poder, se ha recreado, reconstruido y vuelto a escribir, procurando con ello trazar un mapa de pensamiento a modo. Así es, en los libros de historia de México, Hernán Cortés, Benito Juárez, el cura Hidalgo, don Porfirio Díaz y muchos más, varias veces han pasado de héroes a villanos y de personas deleznables a personajes míticos. 

El gobierno de México está en un proceso de reescribir la historia para retener el control político y económico futuro. Como muestra de ello está la embrionaria idea socialista de la “cuarta transformación”. Quienes llevan las riendas de la nación están siguiendo un avieso guion que ha probado ser políticamente exitoso en países latinoamericanos socialistas, eufemismo de comunistas. Desde el gobierno se repite constantemente el mensaje de que todo lo pasado era “la mafia del poder” y que ellos son “la esperanza de México”. Sin embargo, más allá de un esbozar un pasado conveniente, para lograr el control presente y futuro requieren trabajar sobre, al menos, tres estrategias para someter a las masas: controlar sus mentes, sus bolsillos y crear división.

El primer paso es capitalizar la triste realidad de que el pueblo mexicano, bueno y sabio, es en su mayoría funcionalmente iletrado e ignorante y, por ende, maquiavélicamente moldeable. Para el gobierno mexicano, la ignorancia y la pobreza son joyas y monedas de cambio con las cuales compran voluntades. Desde el palacio nacional hacen una exaltación a la ignorancia, decretando falsas verdades y sofocando todo aquello que no convenga a sus intereses. De ahí la suprema importancia del control total y absoluto de los medios de comunicación y de los, fuertemente sesgados y tergiversados, libros de texto gratuitos y obligatorios.

El segundo control sostiene la engañosa y poderosísima narrativa que “por el bien de todos, primero los pobres”. Dicha ilusión es como un lobo vestido de oveja que falsamente afirma que ser pobre es sinónimo de honradez y que el culpable de su desafortunada situación es el rico quien lo ha explotado. Ahí entra el Estado benefactor repartiendo, cual Robín Hood, el dinero de los impuestos que le quitó a los ricos, creando una perversa dependencia entre el gobierno y el pueblo beneficiado. Por otro lado, quienes han tenido oportunidad de estudiar o quienes poseen solvencia económica, los fifís, al no ser fácilmente dominados o adoctrinados, se convierten en un estorbo y en adversarios del gobierno. Como ejemplo tenemos la abierta animadversión entre los expresidentes socialistas Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría en contra de los empresarios. Sin embargo, existe un inherente riesgo ya que una nación que traduce la pobreza en virtud, consecuentemente la condena a la miseria.

La tercera estrategia de control es mantener una narrativa de odio dando rienda suelta a las pasiones negativas de las masas. La fórmula socialista, conoce a cabalidad que es través del conflicto y la división que se pueden mantener en el poder. De ahí las posturas binarias de fifís y chairos, conservadores y progresistas, burgueses “aspiracionistas” y pobres buenos, etc. Siempre ha sido así, contrario a la democracia que busca unir a un país en una causa común, el socialismo pretende dividir y enemistar a los ciudadanos. Así están las cosas en el gobierno de la 4T, afortunadamente, no hay mal que dure cien años.

Como colofón comparto dos pensamientos de Miguel de Cervantes que pudieran ser luz y norte en estos tiempos aciagos. El primero es tocante al discernimiento de todos, gobernantes y gobernados: “Primeramente, haz de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría y siendo sabio, no podrás errar en nada”. El segundo atañe a la empobrecida masa: “Haz gala Sancho de la humildad de tu linaje y no te desprecies de decir que vienes de labradores, préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio. Innumerables son aquellos que, de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad. Mira Sancho, si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a príncipes y señores, porque la sangre se hereda, pero la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale”.