Uno de los principales argumentos del presidente López Obrador para justificar la expansión de las funciones de militares a tareas civiles, especialmente de seguridad pública, es la confianza que la gente tiene en esa institución. Hace apenas unos días, presumió nuevamente la confianza en las Fuerzas Armadas: Marina, 84%; Ejercito, 82% y Guardia Nacional, 71%. "Esta confianza de la población en las instituciones de seguridad es muy importante", dijo AMLO "… es resultado del trabajo que se hace de manera cotidiana".
Durante años la población mexicana ha mostrado elevados niveles de confianza en las fuerzas armadas, aunque eso, como he escrito en este mismo espacio, no significa que estén a favor de militarizar la seguridad cotidiana. Sin embargo, las filtraciones de #SedenaLeaks permiten ver que atrás de esa confianza hay un aparato militar de propaganda, gastando una desconocida suma de recursos públicos para mejor su propia imagen.
Según EL UNIVERSAL, en una de las filtraciones Sedena ubicó 22 temas que afectan su imagen ante la opinión pública. Estos van desde la militarización, la falta de transparencia hasta la violación de derechos humanos, e incluyen eventos específicos como la desaparición de estudiantes en Ayotzinapa, la ejecución de civiles en Tlatlaya, el Culiacanazo o la entrega de recursos públicos a empresas fantasmas. También incluye instituciones y organizaciones de la sociedad civil que identifica como responsables de la mala imagen del Ejército en ciertos temas y establece líneas de acción que van desde emitir comunicados, hacer uso de redes sociales o incluso hacer menciones en la mañanera.
En otro documento, denominado Plan Estratégico de la Dirección General de Comunicación Social, según el portal Animal Político, se establece como objetivo que la Sedena sea la institución "más confiable, cercana y respetada por la sociedad". Entre las acciones descritas para lograr esto se incluye apoyar películas sobre acciones militares e impulsar el empleo de personajes militares en programas televisivos, abrir los campos militares para paseos dominicales e incorporar atletas de alto rendimiento al instituto armado.
En otros documentos más, según EME-EQUIS, se considera el uso de redes sociales oficiales y no oficiales como una herramienta para "influir en la percepción que tiene la población sobre el instituto armado". Según esta investigación, la institución pide a sus integrantes videos para ser compartidos en cuentas no oficiales de la red social TikTok.
Las diversas filtraciones evidencian que la confianza en la Sedena no es orgánica. Las personas confían en la institución no solo por el trabajo que desarrollan, como afirma el presidente, sino porque hay un aparato de propaganda magnificando resultados positivos y escondiendo errores y crímenes. Si bien Sedena ha construido una buena imagen a lo largo de la historia por estar enfocada su participación pública a tareas de rescate de la población civil, lo normal es que esta confianza disminuya conforme aumenta la presencia militar en tareas que implican la detención de más personas, el espionaje o el uso (y abuso) de la fuerza. ¿Cuánto cuesta este aparato de propaganda? ¿Cómo sería la confianza si no fuera artificial? No sabemos, pero con estas revelaciones, se cae otra pieza de la justificación gubernamental a la militarización de la seguridad pública.
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