Eran un secreto a voces las rudas negociaciones que tenían lugar al interior de Morena y entre el gobierno saliente y el gobierno entrante, para la designación de dos posiciones clave en el gabinete presidencial de Claudia Sheinbaum: Gobernación y Seguridad y Protección Ciudadana.
Esta mañana la virtual presidenta electa despejó la incógnita: Rosa Icela Rodríguez y Omar García Harfuch, respectivamente, encabezarán esas cruciales funciones.
AMLO siempre tuvo reticencias por la subordinación jerárquica que alguna vez tuvo García Harfuch del hoy encarcelado y próximo a recibir sentencia en Estados Unidos, Genaro García Luna. Eso, más la presión de los llamados "puros" de Morena, influyó en que la candidatura a la jefatura de Gobierno de la CDMX se decantará a favor de Clara Brugada -aduciendo razones de paridad de género en las candidaturas- no obstante que García Harfuch había ganado la encuesta interna de las guindas y era la propuesta de la hoy presidenta electa.
Argumentos y presiones similares se hicieron presentes en la designación de quien será el próximo secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, pero esta vez se impuso Sheinbaum porque García Harfuch dio buenos resultados al desempeñar tal función en la Ciudad de México y porque es falso que López Obrador opere para imponerle gabinete.
Algunas voces dirán que sí le impuso a Rosa Icela Rodríguez para el despacho de Bucareli. Tampoco es así. Si bien la nueva titular de Gobernación cuenta con el aprecio y respaldo de AMLO, también lo tiene de la virtual presidenta electa, con quien desempeñó atinadamente esa función en el gobierno capitalino.
Despejada esta última incógnita, la pregunta era -como planteamos en este espacio- qué hacer con Mario Delgado. El dirigente de Morena reclamaba para sí Gobernación con un argumento de peso: los rotundos resultados electorales que entrega. Pero Delgado, al parecer, no tiene gran interlocución con algunos grupos de peso de Morena (el de los "puros" y el de Marcelo Ebrard, por citar algunos). Y si alguna esperanza le quedaba para que le favoreciera el nombramiento, se le atravesó el caso de la candidatura (¿vendida?) a Sergio Meyer. Lo que de entrada no se ve bien es que una tarea tan importante como la educación pública sea entregada como recompensa. ¿Qué dirían los maestros Justo Sierra, José Vasconcelos o Agustín Yáñez)
El nombramiento en Bienestar, por otro lado, es consecuencia de la lógica: el buen trabajo desempeñado en esa secretaría por Ariadna Montiel es razón válida y suficiente para que continúe en esas tareas que, por lo demás, son tan nobles que todo es ganar-ganar.
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