No cabe duda de que en aras de seguir medrando con la función pública, los políticos (los malos políticos) son capaces de cualquier cosa, por más espinosa que resultara ser. Y eso demuestra que cuando afirman que son servidores públicos de vocación, es una gran mentira, puesto que lo que pretenden es conservar las prebendas y los negocios bajo el agua que han hecho y que van a seguir haciendo.
Y por eso son capaces de todo. Es un grito de alarma que por el simple hecho de no ser nominados a algún puesto cambien de siglas, de partido y de dignidad. Recientemente están los casos de Felipe de Jesús Cantú, toda su vida panista, que le ha permitido disfrutar de la fortuna económica que posee. Dijo adiós y se suma a Morena o, más bien, a Clara Luz Flores en su búsqueda de la gubernatura.
Y en la misma línea están Braulio Martínez, ex diputado por el PAN, usufructuario de ese partido y de los cargos obtenidos por esa vía, también deja el color azul para sumarse a Morena. No tarda el senador con licencia Víctor Flores en abandonar el barco. Y no tardan muchos más. El colmo es Adalberto Madero, ex presidiario, que se forró de billetes con el PAN, luego viró al verde ecologista, y ahora pretende la candidatura a la alcaldía de Monterrey por Morena. Oh Dios.
Y la misma Clara Luz Flores es el ejemplo de la traición: todo lo que tiene lo ha hecho bajo las siglas del Partido Revolucionario Institucional. Ahora le dice adiós como si nada y se postula por el partido acérrimo enemigo del PRI: Morena. Semejante dislate no se puede creer.
Eso significa que cuando militaban en un partido determinado, no era por convicción sino por interés. No se sumaban a los principios rectores del partido, cualquiera que sea, sino estaban en la búsqueda de un puesto, un cargo con el cual lucrar. Por lo tanto tampoco era para servir a la sociedad, a la ciudadanía, como lo manifestaban engolados en sus discursos, amparados en una supuesta vocación de servicio. Vocación de servicio era cuando los diputados no cobraban y vivían de sus respectivos trabajos.
Lo más grave es su flexibilidad ideológica, sus conceptos líquidos, de lo que significa una verdadera militancia partidista, porque si bien se afirmaban y reafirmaban como panistas como priistas, ahora se afirman y refirman como seguidores de la cuarta te. Es imposible: no se puede cambiar de ideología como si se cambiara de calcetines. Entonces ni eran panistas ni eran priistas (o perredistas o lo que sea) y por lo tanto no van a ser morenistas.
Cinismo verdadero: si antes en sus anteriores partidos combatían a Andrés Manuel López Obrador, y lo maldecían y lo denigraban, no puede ser posible que ahora se sumen con él. Aunque por otra parte está bien: tanta capirotada dará al traste con los propósitos de Morena y de la Cuarta te.