En diciembre 2021 Santa Claus no podrá repartir todos los regalos de las cartas que con ilusión depositen los niños en las botas navideñas. Obviamente no es que los chiquillos se hayan portado mal, quizás algunos de sus padres sí, pero la verdad es que Santa está batallando con los chips y el gas avión de su trineo y con los proveedores de juguetes, simplemente este año los afligidos duendes no alcanzaron a producirlos todos. El tema es que no solo San Nicolás de Bari, su nombre real, está bregando con el desabasto, EUA no ha podido comprar toda la salsa kétchup que exige McDonald’s y estima que no habrá suficientes pavos para el Día de Acción de Gracias. Ante esa calamidad, naturalmente tiene que haber un culpable y las miradas voltean nuevamente hacia China quien decidido contesta, “no me culpen”.
Lo cierto es que el país del dragón sí es parcialmente culpable por insuficiente suministro siendo, con sus incentivos fiscales y mano de obra competitiva, el productor del 28.7% de todos los bienes del mundo. Las exportaciones del gigante asiático, la mayor fábrica del planeta, superan los USD$2.6 billones, más del doble del producto interno bruto anual de México. Pues bien, el paro doble chino, en 2020 por el virus y en 2021 por los costos energéticos, sin lugar a dudas ha sido disruptivo en la cadena de suministro. Sin embargo, hilando fino, en el delicado balance entre la oferta y la demanda, muchas naciones llevan la culpa y cargan con la pena de la escasez.
Por ejemplo, el IPhone es ensamblado en China, pero sus componentes llegan de 43 países, destacando los chips de Taiwán y las cajas de la República Checa. Más aún, considerando que el 90% de las exportaciones mundiales viajan por mar, el incremento interanual del flete marítimo ha sido superior al 85.5% y la demora ha alcanzado los 70 días, haciendo incosteable la producción en varios países. El punto es que, entre los variados medios de transporte y la complicada cadena de suministro, desde materias primas hasta el embalaje, cuando uno o varios eslabones se rompen, se colapsa la logística retrasando días o meses el producto terminado al cliente final. No, no sería justo nuevamente culpar al villano favorito de EUA, es un tema transversal de mala planeación, carentes fuentes alternas de proveeduría, deficiente predicción de la demanda e insuficiente confiabilidad. Quizás sea el momento propicio para replantear las fuentes de proveeduría, diversificar el abasto, reducir la dependencia internacional, hacer nuevas alianzas y planear más a largo plazo. En ese sentido, tal vez el expresidente Trump no estaba tan errado con sus ideas de “reshoring” y “near shoring”.
Ahora bien, aunque hubiese un utópico algoritmo que igualara la oferta a la demanda, hay un elemento adicional a considerar, la escasez de los finitos minerales. Ante la incertidumbre en el abasto, quien sí puede conseguir los elementos de la tabla periódica, pragmáticamente aplica el criterio de “primero mis dientes y después mis parientes”, compra en exceso y les complica su situación a sus competidores de menor tamaño. Los grandes compradores no solo compran más de lo necesario, sino que alcanzan a pagar hasta 250% más caro.
Pues parece que el hambre voraz por minerales está provocando un déficit permanente. De hecho, ha crecido 200% más que la población global. Así es, para algunas materias primas, la voracidad humana hará que prácticamente agotemos en los siguientes 25 años el equivalente a todo lo consumido hasta hoy.
Es una insostenible realidad, vivimos en un planeta finito con deseos materiales infinitos por cosas innecesarias e inútiles. Antes de que termine el presente siglo, algunos minerales de la tabla periódica serán económicamente inviables de extraer o simplemente se habrán agotado. Entre ellos están el galio, el tántalo, cadmio, litio, níquel, cobalto, plomo y hasta el cobre. Esto será una calamidad ya que muchos elementos no se podrán sustituir, así que habrá que cobrar conciencia de lo que estamos dejando a las siguientes generaciones por el actual frenesí en el consumo.
Pienso que la cultura gringa de úsese y tírese no puede prevalecer y tendremos que recuperar, separar y reciclar los minerales que los límites termodinámicos permitan. La urgencia clama que será necesario un diseño modular para poder aprovechar nuevamente los minerales. En forma enfática sostengo ante un juicio de conciencia, todos somos culpables y que la tierra llama a un cambio de estrategia y a una sobriedad en el consumo antes de que el destino nos alcance.
Finalmente una idea de tintes geopolíticos. En la toma y daca por obtener los elementos minerales, aunado a los múltiples yacimientos en su propio territorio, China también cuenta con terrenos, minas y concesiones en África y América Latina. Considerando en número de elementos minerales que produce y controla, desde hace años, el gigante asiático le ha robado ya la hegemonía a los EUA. Veremos cómo emplea su músculo, pues quien controla los finitos minerales, controla la economía global y entonces sí será culpa de China.