El país en espera, pero sin clama, en ebullición, a contracorriente, muchos mexicanos envueltos en marchas, en críticas al gobierno actual, o en eufórica celebración para conmemorar los cuarto años precisamente de la 4T, del nuevo amanecer que provoca este gobierno que despierta en México una parte de la sociedad que estaba tranquila con su nivel económico.
Mientras, en el Palacio Nacional, al amanecer, en las mañaneras sale al pulpito “el Mesías” a dar las buenas nuevas, a enseñar los otros datos, aquellas cifras que por años o décadas se ocultaron o simplemente se maquillaron. Entonces, pareciera que “la verdad se desnuda” sale del closet, para tomar las calles, con marchas convocada por el régimen actual y la oposición ; para apoyar o criticar al actual gobierno.
Y ahí está nuestro México, “Los del Norte”, trabajadores y echados para adelante al lado del “amigo incómodo” Estados Unidos, ¡Ah, pero como ayuda hacer negocios con ellos! Por el otro lado, “Los del Sur del país”, “los ricos” de naturaleza, cultura y tradiciones, ahí están nuestros ancestros, esos pueblos originarios que poco a poco fueron saqueando, desterrados y desposeídos de sus tierras, los que quedan hoy viven en pobreza.
Esa pobreza extrema que duele, te la encuentras a diario en las calles, los indígenas vendiendo sus artesanías, los desposeídos limpiando vidrios de los coches; niños, mujeres y ancianos vulnerados por el pasado y el presente. También, en ese espacio público, en las avenidas y plazas, salen empresarios, profesionistas, empleados, obreros, mecánicos etc.. La mayoría es “clase media” que parece que también está “en medio” de una disputa política entre el gobierno y “los poderes fácticos” empresariales y de comunicación de este país.
Mientras los auténticos dueños del poder económico y político se enfrentan en una lucha intestinal entre los mismos y los otros, quizás no es necesario el ataque del contrario, ni siquiera salir a las calles, ni en las mañanas dar sermones; porque ya las corcholatas se destaparon e intentan pisarse entre sí y pueden terminar aplastándose; los opositores no se ponen de acuerdo, no hay candidato, no hay alianza, ni con el apoyo de una gran parte del poder empresarial.
Ante ese panorama que vive el país, me levanto aún con esa oscuridad del invierno que llega, y aunque el futuro pudiera dar miedo, a leer las síntesis de prensa, en donde sé que encontraré otro enfrentamiento político o peor aún, alguna balacera donde muere gente inocente. Pero después de tomar café y desayunar con mi familia, salgo a trabajar y a llevar a mis hijos a la escuela, esperando que venga la cordura en la política, para que venga la calma y el amanecer del 2024.