Bicicleta

Los intentos de algunos de delimitar carriles especiales en calles y avenidas se han topado con pared

"Me gusta esa bicicleta / la quisiera yo calar /

meter las velocidades / la quisiera pedalea"

"Las Bicicletas", Los Caminantes

Debo a mi entrañable amigo Mentor Tijerina Martínez mi gusto por el ciclismo de ruta; él me introdujo en ese mágico mundo que fue, por largos años, una verdadera pasión.

Ahí, en la práctica cotidiana, supe de los enormes riesgos que se corren al pedalear en calles y carreteras, tuve accidentes (por fortuna nada graves), pero pude constatar el nulo respeto de los conductores de vehículos hacia los ciclistas y hasta la "mala leche" de algún chofer que nos echaba su unidad encima sólo por divertirse.

Disfruté infinidad de veces de la ciclopista construida en el gobierno de Sócrates Rizzo en el lecho del Río Santa Catarina y que iba desde el Palacio Federal, en Guadalupe, hasta el puente San Isidro en San Pedro Garza García. En aquellos años no había muchos otros sitios y quienes pretendían crecer salían en solitario y cuando se podía en grupo a las carreteras.

No me tocó ir a entrenar a La Huasteca, pero en los años recientes he sido testigo de las múltiples ocasiones en que se han suscitado incidentes graves en el lugar en los que deportistas son arrollados por conductores imprudentes, casi siempre alcoholizados.

La muerte el pasado domingo de una joven de 28 años no ha sido la única en ese lugar; ya son muchas que ocurren en las mismas condiciones y la respuesta de las autoridades siempre ha sido la misma: instalar retenes antialcohol durante algún tiempo, medida que tras unos meses se va relajando hasta desaparecer por completo y de nueva cuenta a esperar que ocurra una tragedia.

La medida de cerrar los carriles express de Constitución y Morones Prieto los domingos por la mañana para ejercitarse es buena, pero no suficiente. Es verdad, los ciclistas no pueden ni deben ser los únicos ocupantes o los dueños de las calles, no en una zona metropolitana de Monterrey que ha crecido pensando en dar prioridad a los vehículos por encima de cualquier otro usuario.

Los intentos de algunos de delimitar carriles especiales en calles y avenidas se han topado con pared y cuando estos existen son ignorados olímpicamente por los conductores sin que nadie ponga freno.

¿Cómo lograr la coexistencia? ¿Cómo proteger a los ciclistas?

Y de nuevo las políticas de movilidad se ubican en el centro de las soluciones. En la medida en que contemos con un mejor transporte público se podrá reducir el número de vehículos y cuando sean menos podremos pensar en crear conciencia, en los conductores pero también en los ciclistas, porque la responsabilidad es de ambos.

Sería ideal el poder transportarnos así, pero en el Monterrey actual es suicida.

En tanto la ciudad se transforma, es necesario encontrar soluciones prácticas y la respuesta debe empezar por obligar a que quienes están bajo los influjos del alcohol o alguna droga no puedan manejar, porque ahí radica buena parte del problema que nos ocupa.

Pero si a pesar de las agravantes de haber provocado la muerte de una joven estando borracho el culpable es consignado y al mismo tiempo liberado por un juez que sólo le dicta medidas cautelares, el mensaje a la sociedad es que la impunidad persiste y que puedes seguir manejando en total ebriedad y causar cualquier tipo de desmanes, que al fin y al cabo no vas a pisar la cárcel y así, difícilmente podremos avanzar.