La participación de Manuel Bartlett en el 'fraude del 88', ha sido ampliamente documentada y acreditada. Las pruebas en su contra son contundentes y señalan su responsabilidad en la manipulación de los resultados. Sin embargo, lo más preocupante no es sólo su participación directa en el fraude, sino la impunidad con la que ha transitado a lo largo de los años.
Esta semana se cumplieron 35 años de este negro episodio de la historia de la democracia mexicana, y Bartlett nuevamente rechazó que él haya sido quien argumentó que se cayó el sistema de conteo de votos en aquella elección en la que Carlos Salinas de Gortari ganó oficialmente a Cuauhtémoc Cárdenas y a Manuel Clouthier.
"Yo nunca dije que se cayó el sistema, fue frase que utilizaron para endilgarme a mí el resultado del fraude electoral que yo no cometí porque yo no califiqué la elección", aseguró el entonces Secretario de Gobernación. Bartlett, había solicitado su derecho de réplica durante el noticiero de Ciro Gómez Leyva, luego de que el Senador Germán Martínez lo acusara en ese mismo espacio.
Y en eso tiene razón, nunca DIJO que se cayó el sistema, esa frase la utilizó por primera vez el columnista Miguel Angel Granados Chapa, en La Jornada del 7 de julio del 88, cuando escribió: "de pronto, el sistema de cómputo ´se cayó´, como se dice en la jerga cibernética". Bartlett no lo DIJO, pero si lo HIZO.
En realidad, el sistema de cómputo no sólo se cayó, sino que Bartlett también lo calló para contener la información de votos por la oposición. Así, se dio tiempo para manipular los datos y ajustar el resultado final a cifras que dieran alguna credibilidad al triunfo de Salinas. Se entregó a los partidos documentos oficiales del 50% de las actas, y nunca apareció el resto.
Lo increíble, al final del día, Salinas de Gortari ganó con el 100% de los votos en 1762 Casillas. Ni la más ingenua e inocente de las creatinas en el mundo podría dar por bueno un resultado así.
El fraude va mucho más allá, no fue precisamente electrónico. Se hizo con un padrón electoral manipulado, con el voto obligado por el PRI de trabajadores sindicalizados, con las urnas embarazadas
antes de comenzar la votación, con los pueblos que votaban ante la presión de los caciques, con la cobertura aplastante de los medios a favor del partido oficial, con el uso de recursos públicos, con las mayorías absolutas del PRI y el gobierno en los consejos distritales y la Comisión Federal Electoral presidida por Bartlett, mayorías que eran garantizadas por la ley electoral de 1987 impulsada por el gobierno.
El fraude fue tan evidente, que el entonces todopoderoso líder sindical priísta Fidel Velázquez declaró en entrevista oficial para The Wall Street Journal: "la izquierda votó por Cárdenas, la derecha votó por Clouthier", ¿Y por Salinas?, se le preguntó, y Fidel respondió: "las computadoras".
Un fraude mayúsculo le arrebató la victoria al que hubiera sido el primer Presidente de 'izquierda' desde la revolución mexicana, Cuauhtémoc Cárdenas. Así, vinieron protestas por todo el país, y una memorable jornada de resistencia civil donde Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel Clouthier y Rosario Ibarra, marcharon juntos.
El gobierno jamás quiso hacer un recuento de la votación, y guardó las boletas. En 1992 se planteó en el congreso llevar a cabo la revisión de los votos, pero luego de cinco años de permanecer las boletas de votación en poder del Estado, era imposible pensar que no hubiera habido manipulación de las mismas para legitimar el triunfo del PRI.
La participación de Manuel Bartlett en el fraude electoral de 1988 representa una herida abierta en la historia reciente de México. Su actuación en aquel entonces socavó los principios fundamentales de la democracia y erosionó la confianza de la ciudadanía en las instituciones. De hecho, no habría transición democrática en nuestro país, sin las reformas legales a las que el gobierno tuvo que ceder para tranquilizar el clamor social a raíz de estos hechos.
El cinismo de Bartlett, dibuja de cuerpo entero al movimiento al que actualmente pertenece. Su cercanía con Andrés Manuel López Obrador, es un recordatorio de la impunidad que ha prevalecido en México. Es necesario que la sociedad exija que aquellos involucrados en el fraude electoral de 1988, sean investigados y sancionados de manera justa. Solo así se podrá avanzar hacia una democracia plena y garantizar que este tipo episodios no se repitan en el futuro.