Que una publicación periódica, como una revista, cumpla ochenta años de edición continua es más que una marca del récord consabido, una hazaña pocas veces repetida. Porque no se trata de un periódico sino de una revista, es decir, de edición no diaria. Llama la atención en México. Los mexicanos somos lectores de periódicos no de revistas, al contrario de los norteamericanos que son lectores de revistas.
El buen escritor de prosa y lamentable poeta, aunque primero publicó poesía que narrativa, Charles Bukowski, se desvivía por publicar en alguna revista, cualquiera, sin importar nivel, tiraje o tendencia literaria y política. Sus colaboraciones se fueron a la basura del cesto del editor. Y a veces le enviaban una justificación para no publicarlo, pero insistía, hasta que una vez... Eso habla de la importancia de las revistas. Eso habla de cuán importante es para un escritor publicar en una revista.
Pues en nuestro estado, nuestra Universidad Autónoma de Nuevo León tiene casi desde su nacimiento su revista llamada Armas y Letras, expresión tomada, desde luego, de El Quijote. Tenía diez años de fundada y aun no era autónoma cuando el necesario Raúl Rangel Frías, Director del Departamento de Acción Social Universitaria, tuvo la genial idea de publicar un órgano que fuera la expresión no de la Universidad sino de su área. De eso hace 80 años.
Para echarla a volar contrató al poeta español exiliado en México Pedro Garfias, quien poco antes, también a invitación expresa de Raúl Rangel Frías, había venido a la Universidad a dictar una conferencia sobre su amigo asesinado, el poeta Federico García Lorca. Garfias aceptó el encargo. Y se instaló en Monterrey. Ese sería su primer y último trabajo en México.
Garfias tenía experiencia en la edición de revistas. En España, en medio del movimiento vanguardista de poesía Ultraísmo participó en la edición de la revista Ultra, órgano del movimiento. Y poco después hizo la revista Horizontes donde publicó por primera vez Rafael Alberti. Así pues, Garfias sabía de qué se hablaba cuando se hablaba de editar una revista. Y Armas y Letras voló.
Después nacería la publicación Vida Universitaria, esta sí, órgano de la UANL. Pero ese es otro cuento. Y las facultades, cada vez más numerosas y con mayor alumnado, hicieron su propia revista. Y también las preparatorias. Entre otras, la Uno, Alvaro Obregón, Reforma Siglo XX; la preparatoria 16 de San Nicolás, Entorno Universitario, ambas vigentes.
Armas y Letras ha tenido varias épocas. Ha cambiado de formato. Ha contado con diferentes directores. Se ha impreso en blanco y negro, a dos tintas y a color. Se ha suspendido y ha renacido. Ha tenido diferentes periodos de edición: trimestral, semestral. Y todos los rectores de la UANL han apoyado su publicación. Siempre ha estado.
Y hoy en día cuenta con un prestigio nacional tanto en contenido como en presentación. La mayoría de escritores, pintores, académicos nacionales hablan de la revista con elogios. Y se mueren por participar. Ha obtenido premios por su presentación y diseño. Escritores y filósofos y académicos de amplio prestigio, tanto europeos como americanos, han publicado en sus páginas. Sin olvidar, por supuesto, a los autores locales.
Sin duda alguna, Armas y Letras es una joya de la Universidad Autónoma de Nuevo León.