Para conmemorar el Centenario Luctuoso del Benemérito del Proletariado, Revolucionario Socialista y Defensor del Mayab, el Gobierno de México declaró al “2024, Año de Felipe Carrillo Puerto”.
La declaratoria aprobada por el Senado de la República a propuesta del Senador del PT, Gonzalo Yáñez, implica rendir tributo a sus ideales y luchas por la emancipación de los pueblos indígenas y de las clases trabajadoras.
A cien años de su heroica caída, un 3 de enero de 1924, en Mérida, Yucatán, su sangre derramada sigue corriendo por las venas de millones de mexicanos y mexicanas. Y, desde Nuevo León, proseguimos el empeño de construir otra sociedad mejor a través de la Cuarta Transformación.
Felipe nació el 8 de noviembre de 1874, en Motul, -bautizada como la cuna socialista de México en su honor-, siendo el segundo de 14 hijos e hijas de Justino Carrillo y Adela Puerto. Desde niño conoció las condiciones de esclavitud de los mayas, explotados y vejados por terratenientes criollos, dueños de haciendas henequeneras, conocidos como la “Casta Divina”.
No sólo aprendió la lengua y la cultura del mayab, pese a que estudió únicamente la primaria, pues desde adolescente trabajó para ayudar a su familia, sino que la lucha por las libertades, derechos, tradiciones, costumbres y formas de organización del pueblo maya, las hizo la causa de su vida.
De forma autodidacta desarrolló su consciencia social, al leer libros de literatura, filosofía, economía, política y socialismo, así como al aprender música, acrobacia, conducir el ferrocarril y jugar al béisbol. A los 18 años encabezó a la comunidad Kaxatah contra un desalojo. Felipe fue apresado debido a que hacendados y autoridades porfiristas no toleraron dicha protesta.
La prisión fortaleció su compromiso para construir una sociedad más justa, libre y democrática. En 1901 se casó con María Isabel Palma, con quien procreó seis hijos. Fue síndico y regidor de Motul, donde defendió los derechos agrarios del pueblo maya ante los hacendados. Incursionó en el periodismo al dirigir El Heraldo de Motul, para denunciar abusos y atropellos de la ‘Casta Divina’, lo cual le valió un nuevo encarcelamiento en 1907.
Al consumarse el fraude electoral de 1910, se unió al levantamiento armado de Francisco I. Madero contra la dictadura de Porfirio Díaz. Viajó a Estados Unidos para entrevistarse con Madero y volvió a Yucatán para participar políticamente, siendo arrestado en 1911 tras dar muerte a su agresor al defenderse de un ataque premeditado. Salió libre en 1913, cuando los grupos conservadores detrás del traidor Victoriano Huerta ya habían acabado con la lucha democrática del movimiento maderista.
Felipe se trasladó a Morelos para apoyar la revolución campesina de Emiliano Zapata. Ahí, contribuyó a la reforma agraria zapatista, proceso por el cual las comunidades trabajaban bajo el lema de “Tierra y Libertad”. En Morelos se convenció de que era posible una transformación radical de la sociedad, donde campesinos e indígenas fueran protagonistas. Decidió que lo que Zapata hacía en Morelos tenía que hacerse en Yucatán y en todo México.
En 1915 retornó a su tierra para apoyar las reformas sociales del general Salvador Alvarado, uno de los revolucionarios más sólidos y radicales. Pero, al llegar fue acusado de zapatista y apresado. En prisión se entrevistó con Alvarado y ambos se dieron cuenta que sus luchas era por cambios a favor de los más pobres, de los indígenas, de los trabajadores y de las mujeres.
Fue electo diputado para el Congreso Constituyente de Querétaro de 1917, al cual no pudo asistir. En 1918 fue presidente del Partido Socialista de Yucatán, desde donde impulsó las Ligas de Resistencia Campesina, que aglutinaron a más 80 mil agremiados. Como Gobernador del Estado impulsó la toma de tierras, nuevas técnicas de cultivo, el derecho de huelga, la semana laboral de 40 horas, los derechos políticos de la mujer, la planificación familiar, el combate al alcoholismo, el rescate arqueológico maya, etc. Sin embargo, la “Casta Divina” orquestó un golpe militar, fue hecho prisionero y fusilado por odio junto con once personas, entre ellas tres de sus hermanos.
Felipe Carrillo Puerto es un símbolo de lucha, igual que Leona Vicario, Carmen Serdán, Ricardo Flores Magón, Felipe Ángeles, Catarino Erasmo Garza, cuya apasionante historia, visión política y convicción ideológica impulsa al presidente AMLO para detonar obras y acciones de desarrollo.
¡Honor y gloria por siempre al Apóstol Rojo del Mayab!