La encuesta de EL UNIVERSAL publicada en la primera plana del diario de este viernes pasado fue muy impresionante: el Presidente de la República es avalado por prácticamente siete de cada diez mexicanos (68%). Su aprobación tuvo un crecimiento de seis puntos porcentuales desde agosto. Solo tres de cada diez mexicanos lo desaprueban —bueno, casi tres, el 27%— (https://bit.ly/3cVd7yi).
Varios lugares del país padecen severas crisis de inseguridad (Zacatecas, Michoacán, Guanajuato), la violencia marca ha tocado a turistas extranjeros poniendo en riesgo las joyas de la corona del turismo mexicano (por volúmenes, Cancún y la Riviera Maya, https://bit.ly/3DZI0NZ); las extorsiones siguen despedazando negocios en municipios de varias entidades (Ciudad de México, Estado de México, Guerrero, Michoacán, Morelos); la violencia contra las mujeres crece en todo el país (el promedio mensual de feminicidios y homicidios dolosos de mujeres es considerablemente mayor en 2021 que en 2020, https://bit.ly/3HZk0x2); la inflación (arriba del 7%) está descontrolada, en niveles que no padecíamos desde hace veinte años, lo cual todos constatamos durante las compras semanales de víveres, cuyos precios tienen una inflación (en varios productos) de dos dígitos; millones de mexicanos han dejado de pertenecer a la clase media ya que se han empobrecido, de acuerdo a las últimas mediciones oficiales; los puestos de trabajo nuevos son mayoritariamente informales; los muertos asociados a la pandemia están ya en el medio millón de fallecidos; vaya, hasta la selección nacional de futbol está en un espantoso momento de mediocridad (superada en el torneo clasificatorio por Estados Unidos y Canadá y empatada con Panamá, en riesgo de irse al repechaje para el Mundial de Qatar), fenómeno deportivo de fracaso que ya sabemos cómo deprime el estado de ánimo social…
En fin, que no hay demasiadas noticias positivas para la gente común (buenos niveles de vacunación y un éxito notable de AMLO en cumbre con Estados Unidos y Canadá, lo que le da carisma de líder exitoso), y mucho menos para el círculo rojo, que percibe opacidades en las obras del gobierno federal; tentaciones militaristas en el Presidente; incertidumbre sobre la autonomía del Banco de México por el retiro inexplicado de Arturo Herrera para que fuera Gobernador de la institución; dudas en el combate a la corrupción por la caída de Santiago Nieto como zar antilavado de dinero en la UIF, entre otras informaciones que en el imaginario de la comentocracia parecen presagiar catástrofes para el 2022, más si sumamos que la economía cayó en la última medición.
¿Cómo explicar entonces que, a la mitad de su sexenio, siete de cada diez mexicanos avalen de manera tan abrumadora a Mr. 68%? ¿Qué explicación tiene usted? Si se miran las redes sociales, si se escuchan los programas de radio, la percepción con la que sale uno de ahí luego de ver, leer y escuchar los debates es que al Presidente le va tan mal como a su antecesor, a Enrique Peña Nieto, que para la mitad de su mandado padecía un repudio mayoritario y su popularidad estaba en el cesto de la basura, de donde ya no saldría luego del escándalo de la casa blanca.
Pero no, la realidad que mide la encuesta de Buendía&Márquez para este diario da más bien una nítida idea de que 2022 será el año en que López Obrador será abrumadoramente ratificado en su cargo si hay una consulta popular, y que eso ayudará a su partido a ganar en cuatro de seis elecciones de gobernador que se celebrarán el próximo año: el 5 de junio Morena podría triunfar en Durango, Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, y tal vez perder en Tamaulipas (aunque lo dudo) y Aguascalientes (ahí sí gana el PAN).
¿Qué pasa? ¿Que las críticas del círculo rojo no llegan a la mayoría de la gente? ¿O era tanto el hartazgo por el PRI y PAN que la mayoría de los mexicanos le perdonan todo (pero en serio todo) al Presidente, con tal de que no vuelvan priistas y panistas? ¿O acaso será que solo los odiadores de López Obrador piensan que todo va mal y están en estado de negación desde hace tres años, sumidos en la frustración y la iracundia?
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