¡Larga vida a la Universidad Autónoma de Nuevo León!
Fundada un 25 de septiembre de 1933, nos llena de profundo orgullo y satisfacción social que la UANL cumpla sus primeros 90 años de trabajo por la educación de la juventud nuevoleonesa y de toda la región.
Si bien la Universidad nació gracias a la iniciativa conjunta y al esfuerzo colectivo de profesionistas, gobernantes, empresarios, banqueros, periodistas y de los propios estudiantes a través de un Comité Organizador, la UANL es producto del legado histórico de la Independencia, de la Reforma y de la Revolución, las tres grandes transformaciones en la vida del país.
Sus antecedentes históricos datan de la Escuela de Jurisprudencia del Real y Tridentino Colegio Seminario de Monterrey (1823-24), así como del Colegio Civil del Estado y su Escuela de Medicina (1859), que fundó el doctor José Eleuterio González "Gonzalitos", Gobernador en aquel entonces.
La Escuela de Enfermeras (1915) y las escuelas industriales "Pablo Livas" (1922) y "Álvaro Obregón" (1930), surgidas tras el proceso revolucionario, serían el corolario para el nacimiento de nuestra Alma Mater.
Las crónicas universitarias reseñan que 197 alumnos de licenciatura iniciaron actividades en las facultades de Medicina, Derecho y Ciencias Sociales, Ingeniería, Química y Farmacia y mil 299 bachilleres en el Colegio Civil transformado en Escuela de Bachilleres y en las escuelas industriales convertidas en preparatorias técnicas, todos ellos bajo planes de estudio sustentados en los adelantos técnicos y científicos de aquellos tiempos.
Los trabajos esenciales del Comité Organizador culminarían el 31 de mayo de 1933, con la promulgación de la primera Ley Orgánica de la Universidad, que la constituyó como una institución de servicio público destinada a "procurar la educación integral del hombre en un plano de absoluta igualdad y en justo equilibrio de fuerzas, valores y actividades", naturaleza y fines que se actualizarían en la segunda Ley del 13 de septiembre de 1943 y en la Ley vigente del 6 de junio de 1971.
La productiva y útil labor tanto de estudiantes como de egresados de las primeras generaciones de la Universidad, ya sea en la industria, el comercio, la agricultura, la ganadería, los servicios y en el gobierno, impactaría en el desarrollo de nuestra sociedad, siendo calificada desde sus inicios como el acontecimiento más importante del Siglo XX en Nuevo León.
La Universidad Socialista o el sistema de educación popular que el primer movimiento universitario (1934-35) impulsó para asegurar servicios a estudiantes de origen humilde, obreros y trabajadores, es la más digna lucha para hacer cumplir la educación socialista implantada por el Gral. Lázaro Cárdenas mediante reforma al Artículo Tercero Constitucional y que hoy obliga a la UANL a ser una institución socialmente comprometida.
El proceso de modernización de la educación superior en 1940, que incluyó la libertad de cátedra como uno de sus postulados, desembocaría en la creación de la Ciudad Universitaria en 1957, con la dotación de cien hectáreas del Campo Militar No. 2, así como en uno de los sucesos claves en la vida de la Universidad: la autonomía universitaria en 1971, gesta de estudiantes y maestros en el contexto de la sangrienta "Guerra Sucia".
Tras la expansión de la Universidad al Campus Linares y Mederos y a buena parte de los municipios, a partir de 1991 la UANL emprendió una reforma educativa de los planes de estudio en la búsqueda de la excelencia académica, con el objetivo de aumentar la calidad de las y los egresados en los niveles de enseñanza técnica, preparatoria, licenciatura y postgrado debido al fenómeno de la globalización por la apertura económica y comercial.
A 90 años de vida de nuestra Máxima Casa de Estudios valoramos la renovada voluntad de la comunidad universitaria para convertirse en la mejor universidad pública del país y en una institución de excelencia internacional.
El anhelo de todas y todos los nuevoleoneses es que la UANL cumpla su visión de ser una institución socialmente responsable, plural, equitativa e incluyente de clase mundial y una comunidad de aprendizaje abierta al cambio, la innovación y la colaboración; en una institución pública y social que educa para transformar y se transforma para trascender.
Es decir, que aliente la flama de la verdad (Alere Flamman Veritatis).