En estos días llegó el aire proveniente del norte, del Ártico, como si hubiera atravesado nuestras montañas para penetrar en nuestro cuerpo, y el frío se siente hasta en los huesos. Se cuela en los pulmones y vías respiratorias, generando enfermedades y daños a nuestra salud. Sin embargo, tenemos otro aire más dañino; se encuentran las emisiones de las chimeneas industriales, los escapes de los automóviles, las partículas de las pedreras y, sobre todo, las emanaciones de la refinería de Cadereyta.
Este conjunto de contaminantes llega a nuestros pulmones, provocando alergias y enfermedades. La paradoja de este aire contaminado es que nosotros conscientemente lo generamos, en aras de la modernidad, de nuestra orgullosa industria y a expensas del deterioro de nuestro cuerpo y nuestra salud. Con orgullo norteño, nuestra metrópolis se erige como la más contaminada.
El aire en estos tiempos también se lleva consigo voces y declaraciones de algunos funcionarios públicos; estas rápidamente se desvanecen, vuelan, se olvidan de un día para otro. Las autoridades parecen ser de papel, ya que escriben reglamentos y leyes que, quizás, se pierden en la burocracia, se quedan congeladas o simplemente se las lleva el viento que llegó del norte.
Entonces, ante estos vientos burocráticos, surgen algunos discursos despistados con soluciones simplistas, como detener la preparación de carnes asadas en nuestra metrópolis. Y nos damos cuenta de que nuestras autoridades se tornan tan tóxicas como el mismo aire que, en ocasiones, inhalamos.
Sin embargo, también debemos considerar el aire que nosotros soplamos. Todos formamos parte de este aire contaminado, y la solución reside en nuestra participación colectiva. Necesitamos ser más conscientes de nuestras acciones cotidianas; cada vez que utilizamos nuestros vehículos o los aires acondicionados en nuestros hogares, contribuimos al efecto invernadero que perjudica al planeta, sumándonos a las emisiones industriales. Exigir el cumplimiento de normas ambientales se vuelve crucial.
El aire del norte continuará visitándonos, posiblemente con mayor intensidad, trayendo consigo vientos más fuertes e incluso nevadas. Según los pronósticos meteorológicos, aún se espera la llegada de al menos una veintena de frentes fríos en lo que resta del invierno. Además, de acuerdo con los tiempos políticos, se avecina no solo la presencia de contaminación ambiental, sino también de una atmósfera electoral tóxica.
Por tanto, debemos prepararnos no solo para recibir el aire del Ártico, sino lamentablemente porque estaremos muy ocupados en sus tiempos electorales, el aire contaminado persistirá proveniente de las chimeneas de la refinería de Cadereyta.