Durante la Revolución Mexicana fue importante el papel de algunos nuevoleoneses contra el régimen dictatorial porfirista. Pero, en Andrea Villarreal González tenemos el aporte de la periodista combativa y escritora comprometida con la lucha de campesinos y obreros y, fundamentalmente, por la emancipación y el empoderamiento de las mujeres.
Con su artículo ¿A qué venimos? publicado en diciembre de 1909, en el periódico La Mujer Moderna, que fundó con su hermana Teresa en San Antonio, Texas, Andrea mostró su temple, carácter y espíritu revolucionario desde el exilio y en memoria del movimiento armado iniciado hace 113 años, nos permitimos recordar un extracto:
"Iniciamos el movimiento, venimos a combatir, hablaremos, desgranaremos, gritaremos y nuestras manos serán rudas. Nosotras levantaremos y haremos, venimos a buscar libertad para nosotras.
Y conociendo y deplorando la falta de una prensa libre, venimos a tomar el modestísimo puesto a la vanguardia de la que más tarde será la vigorosa lucha por los derechos de la mujer.
Pero, no solamente por nosotras venimos a combatir; tarea más grande acometeremos. Tanto como al oído de la mujer hablaremos al de los hombres, desgranaremos en su alma la gama doliente de las inmensas amarguras patrias, junta con la rebelde nota despertadora de heroísmos.
Venimos a buscar la libertad para nosotras y también para vosotros. ¡Oh! siervos que gemís cobardes, cuando el sable de la tiranía escribe insultantes sus mandatos odiosos sobre vuestras espaldas combas.
Esperando que pronto pasará también la época, no menos triste, de las supersticiones y de los falsos convencionalismos, para que la República sea efectiva y la libertad de pensamiento no sea un mito, venimos llenas de fe a laborar por el mejoramiento intelectual y moral de la mujer mexicana y creemos encontrar muchas simpatizadoras que sólo habrán esperado la primera iniciativa para adherirse a ella y lanzarse decididamente a la lucha.
Ahora que el gobierno que rige los destinos de nuestra patria aspira al cumplimiento de sus deberes, justo es que también la mujer aspire a tomar parte en la cosa pública, conquistando el derecho del voto... con este mismo ideal otras mujeres han alcanzado un triunfo completo en muchas naciones.
Nuestra Constitución del 57, lo mismo que todas las constituciones del mundo, se escribió en una época cuando el fanatismo y la superstición imperaban. Las conciencias de un reducidísimo número de hombres (que no de todos) comenzaba a emanciparse; la condición económica del hombre y de la mujer era muy distinta y la instrucción laica era desconocida.
Ahora, la mujer se multiplica en talleres, invade fábricas, presta ayuda en oficinas de gobierno y de la prensa, trabaja en las grandes negociaciones del comercio y en las escuelas públicas... muchas veces, muchas, la mujer es más moral, más digna, más ilustrada, más útil a la sociedad que el hombre y, más consciente y más honrada en el ejercicio de sus deberes y derechos.
Tenemos escritoras modernas avanzadas en ideas y concienzudas que esos personajes fatuos que toman asiento en las cámaras, que con la misma habitual manía que usan el frac y fuman un habano, le dictan leyes al pueblo.
La mujer forma parte de la humanidad y de la patria; la mujer es parte activa de todas las convulsiones políticas del país. Ella sufre igual que el hombre el látigo de los malos gobernantes; ella siente el rigor de las discordias en la guerra o en la paz. Lo decimos por experiencia: todas las que formamos la directiva de este periódico pasamos ocho años interminables en el destierro.
La mujer moderna tiene una misión nobilísima que cumplir: la de hacer rebeldes con espíritu de libertad y justicia. La rebeldía es la salvadora del mundo y la personalidad femenina, todavía hoy postergada a preocupaciones añejas, ´parasitadas´ al corazón de las sociedades, tiene que emanciparse, evolucionar y liberarse de la anemia de luchadores hasta hacer aparecer los descontentos".
Aunque la Revolución triunfante soslayaría la participación femenina y este artículo fue catalogado como el discurso utópico de Andrea Villarreal, hoy su visión de lucha transformadora sigue presente en las causas de las mujeres nuevoleonesas y de las mexicanas.