Estimado lector y lectora, les voy a plantear la misma pregunta que realizan las casas encuestadoras para identificar la preferencia del voto: ¿Si hoy fueran las elecciones, usted por qué partido votaría? Le recuerdo que faltan nueve meses para el domingo 2 de junio del 2024, sin embargo, este tipo de ejercicio metodológico de encuestas permiten una fotografía instantánea de cada momento del proceso.
Si usted piensa como el 44% de las personas encuestadas recientemente por el grupo Reforma, seguramente estará a favor de un continuismo del régimen actual instaurado por el partido de Morena. Si usted decide como el 27% de la población encuestada, lo hará por el Frente Amplio Opositor. Si usted coincide con un 12% de la población, probablemente votará por Movimiento Ciudadano.
Todos los gobiernos poseen aciertos y errores, se trata de una gama de claroscuros amplia, no se puede reducir un complejo ejercicio de la función pública a una única opción de blanco o negro. La autodenominada 4T no es la excepción, posee logros y también omisiones o fracasos innegables que deberán ser reconocidos y quedarán consignados en las páginas de la historia. Pero esta disciplina no es neutra, quienes la escriben interpretan los hechos según su adherencia ideológica y simpatía hacia lo ocurrido.
Voy a redactar este artículo desde una perspectiva futurista, imaginando que soy un analista político e historiador del siglo XXII, que reflexiona en retrospectiva sobre el México del siglo XXI, analizando cómo influyeron los procesos históricos y políticos bajo la égida de una inevitable distopía.
"El siglo XXI fue un parteaguas para la democracia en México, el sistema político logró la aspiración democrática que anhelaba desde principios del siglo XX, tal como quedó plasmado en el Congreso Constituyente de 1917, ocurrido en la ciudad de Querétaro. Después de una larga noche de autoritarismo político, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) cedió el poder a la oposición reconociendo su derrota electoral. Ascendió el Partido de Acción Nacional (PAN) que logró sostenerse por dos sexenios (2000-2006 y 2006-2012). Después regresó el PRI, que trató de desprenderse de su fama como partido corrupto, sin embargo, fracasó en el intento y en 2018, los mexicanos de aquella época alcanzaron un hartazgo total con respecto a la corrupción. Fue así como arriba al poder un partido recién creado, aunque sus miembros pertenecían a la izquierda, se escindieron del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y sus fundadores abrevaron previamente de la cultura política del antiguo PRI, donde en su momento, fueron militantes activos y funcionarios destacados. Este período político se caracterizó por un anhelo de retornar a los valores políticos del nacionalismo revolucionario y el socialismo que caracterizó al PRI especialmente en el período de 1934 y 1940, así como en los sexenios de 1970-1976 y 1976-1982. Las prácticas políticas centralizadas y el autoritarismo político priísta remergieron del pasado, poniendo en riesgo a la frágil y joven democracia que vivía el país. El populismo y la demagogia política vivida en el México de la segunda mitad del siglo XX resurgieron bajo el lema de una regeneración moral de la vida pública del país encabezados por el partido del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Fue en este período (2018-2024) en el que la violencia social derivada de los grupos criminales se sale de control, el estado no sólo dimitió ante su responsabilidad como garante de la seguridad nacional, además, los estados controlados principalmente por el oficialismo se volvieron cuna de la narcopolítica mexicana. La gente se encontraba desesperada ante la inacción de las autoridades, sin embargo, en las elecciones federales llevadas a cabo en el año 2024, la mayoría vota a favor de continuar siendo gobernados por el mismo partido, motivados en gran medida por los elevados subsidios que recibían de parte del gobierno, éste actuaba de manera clientelar para ganar la simpatía política de amplios sectores sociales. El período 2024-2030 se caracterizó por el gobierno de los criminales a través de narcoestados consolidados, con alianzas entre políticos principalmente del oficialismo y diversas organizaciones delictivas. La amplia frontera con los Estados Unidos motivó a que la polarización política que se vivía en el vecino país, y con la llegada de los republicanos, se iniciara la intervención norteamericana del siglo XXI, justificada por la intención de combatir directamente a los cárteles de la droga mexicanos. La narco guerra escaló sensiblemente en el período comprendido entre 2024 y 2027, el gobierno mexicano decidió proteger a los grupos criminales y se enfrentó a las tropas norteamericanas inspirados en ideas nacionalistas y un anhelo soterrado por recuperar el territorio perdido en el siglo XIX. En octubre del año 2027 el ejército mexicano da un golpe de estado deponiendo a la gobernante mexicana, quien huye y se refugia en el extranjero. La democracia mexicana queda suspendida mientras el ejército impone medidas desesperadas y trata de erradicar a los cárteles mexicanos, sin embargo, éstos encuentran refugio y apoyo en los narcogobiernos estatales, con ello se inicia un extenso período de guerra civil por el control de los territorios..."
Volviendo a la realidad actual, la posible configuración política en las elecciones del 2024, nos motivan a plantearnos preguntas que son complejas y no poseen una respuesta sencilla, pero vale la pena enunciarlas para su reflexión: ¿Qué factores específicos llevan a las personas a respaldar al partido en el poder? ¿Se trata de lealtad partidista, identificación ideológica, beneficios económicos u otros motivos?
Considerando que Morena es un partido reciente, pero de raigambre priísta propia del siglo XX, es decir, un partido nuevo con espíritu viejo, podríamos cuestionarnos lo siguiente: ¿Cómo ha influido la historia política de México en la lealtad a un partido en particular? ¿Hay una tradición política arraigada que lleva a las personas a votar por el mismo partido, independientemente de su desempeño?
Pensando en el fracaso del gobierno actual ante la violencia social e inseguridad, donde ha dimitido a su responsabilidad institucional de proteger a la ciudadanía, podríamos preguntarnos: ¿Por qué algunas personas pueden tolerar la inseguridad y la actuación impune de grupos criminales? ¿Es una cuestión de falta de alternativas creíbles o de resignación frente a la violencia?
Se podría considerar que la mayoría de la gente prefiere soportar la inseguridad que dejar de percibir los subsidios que el actual gobierno reparte con fines políticos, lo que nos llevaría a cuestionarnos: ¿Cómo influyen los programas de subsidio gubernamental en la toma de decisiones de voto? ¿Las personas votan principalmente por intereses económicos a corto plazo, a pesar de preocupaciones más amplias sobre la eficacia del gobierno?
Cuando el gobierno utiliza las fake news, la desinformación y las mentiras repetitivas para generar una percepción social polarizada, podemos considerar las siguientes interrogantes: ¿Cómo se comunica el partido en el poder con sus seguidores? ¿Utiliza estrategias de persuasión, populismo o propaganda para mantener el apoyo?
La posibilidad del continuismo político confirma una oposición mermada y disminuida, es fácil abatirla considerando la oscura trayectoria de sus liderazgos manchados por historias torcidas de corrupción; nuevamente nos preguntamos: ¿En qué medida la polarización política y la demonización de la oposición influyen en la decisión de las personas de apoyar al partido en el poder?
Los partidos políticos no son los únicos actores del cambio, existen grupos de interés, organizaciones de la sociedad civil, así como los ciudadanos en general que pueden participar activamente en movimientos sociales que incidan en los procesos políticos; algunas preguntas podrían ser: ¿Qué papel juegan las organizaciones de la sociedad civil, los movimientos sociales y los ciudadanos activos en cuestionar y exigir cambios en el gobierno?
A 40 semanas de las elecciones del 2024, pensando en las preferencias actuales del electorado, las implicaciones de las decisiones que éste tomará respecto al futuro inmediato del país nos motivan a preguntarnos: ¿Qué opciones existen para los votantes en México más allá del partido en el poder? ¿Cómo pueden surgir y desarrollarse alternativas políticas efectivas?