La noche de un 27 de marzo de 1973, en la escuela Raúl Ramos Zavala de la colonia Mártires de San Cosme, la cantante Judith Reyes ofrece un recital de canto revolucionario. En un ambiente de fiesta popular se preparaban los invasores que, por la madrugada del 28 de marzo, se encaminarían para colocar tablas, láminas, hules y trapos, levantando carpas provisionales y marcando en forma definitiva el nuevo territorio habitacional de la colonia Tierra y Libertad.
Nacía un movimiento autónomo dirigido por estudiantes y profesionistas, cuyo proyecto no sólo era la conquista de un pedazo de tierra donde vivir, sino la transformación radical de la sociedad, la instauración de un gobierno democrático, más justo e igualitario, para los pobres y los trabajadores.
Preservar la autonomía popular implicó demostrar la capacidad de las masas organizadas, para arrebatar a las autoridades los materiales de construcción colectiva y los servicios para la vida comunitaria (agua, luz, alumbrado público, drenaje, pavimentación, telefonía, recolección de basura).
A los pocos meses de fundada la Colonia se hizo patente el empuje creador de las masas, ya que después de solicitar infructuosamente al Gobierno la construcción de un centro escolar, se tomó la decisión de fundar por cuenta propia una escuela primaria. Se construyó una enramada que en aquel entonces era el tipo de edificio que permitían las condiciones.
Niñas y niños tenían como pupitres piedras y tablas, el pizarrón colgado de un árbol y las tolvaneras eran frecuentes, que alumnos y maestros -por cierto no recibían remuneración- terminaban la jornada cubiertos de polvo. La construcción de la escuela generó un sentimiento de satisfacción, de sentido de utilidad social y de recuperación de la autoestima para quienes hasta muy poco tiempo atrás eran considerados casi como parias y delincuentes.
Fue este el inicio de un ingente esfuerzo colectivo, mediante el cual se fueron creando las condiciones mínimas de bienestar para llevar una existencia digna. Se construyó la red hidráulica, la red eléctrica y la red sanitaria a través del trabajo colectivo y voluntario, realizado en los tiempos libres, sobre todo los domingos, con maratónicas jornadas de trabajo manual, donde dirigentes y activistas aunaban energías con entrega, sacrificio y abnegación.
El problema de la salud también se abordó de forma autónoma. Con esfuerzos propios se pusieron en funcionamiento dispensarios médicos e inició la construcción de una clínica hospital. Junto con médicos y estudiantes de la Escuela Anexa de la Facultad de Medicina nos convertimos en arquitectos, ingenieros, albañiles y donde las mujeres también tomamos palas y picos.
El orden público se mantuvo gracias a los habitantes. Se establecieron sistemas de vigilancia rotativos e instituyeron los "guardias rojos", con un activista por manzana, que operaba en rondines con el propósito de evitar que la policía agrediera a los colonos y de preservar la seguridad interna.
Progresivamente la Colonia fue desarrollando formas de convivencia de nuevo tipo, donde la participación directa en la toma de decisiones era un derecho colectivo. Se sustituyó el papel del dirigente omnipresente, propio de la autoritaria cultura política mexicana, que lo resolvía todo en forma personal, por el funcionamiento de un órgano colegiado auténticamente democrático.
La Colonia no dependió de agentes externos para organizarse. Por el contrario, la participación activa en asambleas y actividades colectivas, con plena integración de bases y dirigentes, permitió consolidar una organización que privilegiaba la defensa de intereses generales al margen del PRI Gobierno.
Sobre la base de la gestión autónoma no sólo se conquistó el derecho a la tierra y a la vivienda. La autoconstrucción condujo también a la traza de vialidades, escuelas, hospitales, centros de abasto, centros cívicos y talleres.
Las mujeres de Tierra y Libertad evolucionaron hacia un terreno de mayor igualdad respecto al hombre, por ser ejemplo de sacrificada lucha y protagonistas fundamentales de los movimientos urbano-populares. Se puede afirmar, y con razón, que sin la participación de las mujeres estos movimientos no hubieran surgido ni se hubieran mantenido por tantos años.
A 50 años de lucha, la colonia Tierra y Libertad constituye un modelo a seguir como organización de masas, de autogestión social y democracia directa, un laboratorio y escuela para el ejercicio del poder popular. Es el embrión del Frente Popular "Tierra y Libertad" y del Partido del Trabajo y representa la avanzada del pueblo como protagonista de una nueva sociedad.