En un país de América Latina había un dictador, ese dictador utilizó su energía y su poder para asesinar a tres activistas, tres mujeres, tres hermanas, las hermanas Mirabal. Esto ocurrió el 25 de noviembre de 1960.
Su delito era disentir, su delito era hablar, su delito era no tener miedo y defender sus derechos. Después de años, en 1993 se adoptó la resolución 48/104 en la Asamblea General de las Naciones Unidas. En esa asamblea se definió la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada”.
Posteriormente, en 1999 la Asamblea General proclamó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer. Pese a grandes esfuerzos siguen existiendo dictadores y supuestos demócratas que continúan violentando a las mujeres, privandoles de la libertad, coaccionándolas, amenazándolas y ocasionándoles sufrimiento de diversos tipos.
Las activistas están en los grupos de riesgo por ser visibles, por alzar la voz. Cada año, las mujeres se organizan para salir a las calles en fechas importantes o por causas sociales que las unen. Con estas marchas expresan su inconformidad con la situación actual de incremento a la violencia de género, falta de resultados o incluso casos específicos que hieren a la sociedad.
El 25 de noviembre es muy importante respetar el derecho constitucional a la libre manifestación, es importante que se realicen con asistencia de personal de derechos humanos y sea resguardada por personal capacitado.
La protesta social es una forma de disentir por la vía pacífica muy interesante, una forma que está repleta de mensajes hacia el estado, se encuentran las pancartas cuyas frases son ejemplo de los diálogos jamás escuchados por parte de las autoridades privilegiadas, están las pintas, cuyas palabras encierran los reclamos, están las consignas que gritan las personas manifestantes. En un mundo utópico el gobierno enviaría sociólogos a tomar notas de las protestas, en lugar de solo enviar policías. Con ello entenderían un poco la molestia ciudadana, pero la parte más difícil de un diálogo es escuchar. Hay personas expertas en hablar, que no escuchan, por lo tanto, no se da el proceso completo de comunicación, de ida y vuelta. Necesitamos cursos de comunicación efectiva para las y los gobernantes.
En el marco del 25 de noviembre estoy segura existirán marchas y muchas consignas por escuchar, las cuales espero que sean atendidas, pero sobretodo espero que nunca más activistas sean privadas de la libertad o asesinadas por dictadores. De nada serviría todo el trabajo realizado de 1960 a la fecha combatiendo la violencia hacia las mujeres. Resignificar fechas está bien, pero evitar tragedias es aún mejor.