Como no queriendo, y en un abrir y cerrar de ojos, el año 2023 llega a su fin, es decir, el ciclo del tiempo vuelve a dar su giro para señalar una muesca más en la vida de todos, incluida la naturaleza. El infinito, que tantas pesadillas diera a los antiguos predicadores del fin del mundo, se ensancha otra vez. Un año más.
El año 2024 va a empezar, el calendario tira sus hojas, se acumulan las arrugas en los rostros taciturnos, otra vez se va a cumplir años. El tiempo no existe, afirmaban con argumentos escolásticos algunos filósofos, todo es movimiento. El tiempo no es más que la estructuración del movimiento. No hay movimiento rápido, ni lento, todo se mueve a un mismo ritmo. Muy bien.
Pero el año que viene es político, es decir, todos los movimientos sociales ya empezaron a carburar con el objetivo de colocar a alguien conveniente en el puesto de elección popular de su preferencia. Y el movimiento si no es telúrico es ochavo: se elige al próximo presidente de la república que, en este caso insólito, puede ser una mujer.
Y el país se sacude porque nuestro sistema político es presidencialista. Y la cabeza dispone de todo el cuerpo. Entonces las próximas elecciones no son cualquier cosa, no son elecciones intermedias. En 2024 se juega todo en el país. La política está que arde. Los partidos han hecho alianzas y han propuesto candidatos, en este caso candidatas, a los principales cargos o cargos decisivos, incluida la presidencia: Claudia Sheinbaum por la alianza de Morena, y Xóchitl Gálvez por la alianza tejida entre el PRI, el PAN y el PRD.
Habrá elecciones para el Senado de la República, para el Congreso de la Unión, para los congresos locales, para las presidencias municipales. Los regidores no se eligen -hasta el momento- pero también se renovarán. En pocas palabras, el país se estremecerá. Y adquirirá más color la pregunta que bulle por doquier: ¿habrá continuidad en la forma de gobierno o se regresará a la forma de gobernar de antes?
Y por primera vez en la historia de México el cargo superior, el de la presidencia de la república, se lo disputan dos mujeres que representan dos visiones antagónicas sobre la forma de gobernar. Una de ellas, Claudia Sheinbaum representa la continuidad del gobierno del actual presidente que ha dado un golpe de timón a la orientación de la política; la otra, Xóchitl Gálvez, representa los intereses de los partidos que han gobernado México y que lo han colocado al borde del desastre.
Pero falta un partido, Movimiento Ciudadano, de proponer un candidato a la presidencia, ya que no va en coalición con ninguno de los bloques mencionados. Pudiera ser que sea un candidato masculino, lo cual rompería el atractivo de la actual contienda, que aumentaría si fuera otra mujer.
En Nuevo León, el partido Movimiento Ciudadano tiene el compromiso de demostrar su fuerza política, a través del número de militantes, de las bases organizadas, del territorio conseguido, de las contribuciones políticas de los alcaldes y diputados a la hora de emitir votos. En la elección del 5 de junio de 2024, Movimiento Ciudadano se juega la vida. Es un gran riesgo, es un gran reto.