El tercer debate entre los candidatos a la Presidencia de la República, programado para este domingo, se presenta como el último esfuerzo para atraer a millones de votantes indecisos, según exconsejeros y politólogos consultados. Se espera que el debate continúe con un formato limitado, donde las acusaciones y hostilidades entre los contendientes seguirán siendo prominentes, y solo eventos excepcionales podrían alterar las tendencias actuales de voto.
Analistas señalan que el país llega a este tercer encuentro con un ciudadanía cansada de la guerra de acusaciones entre los candidatos, donde la disyuntiva parece ser votar por la opción menos corrupta y menos inepta, en lugar de basar la decisión en propuestas políticas y programas efectivos para abordar la crisis actual.
Mauricio Merino, exconsejero del IFE, destaca que el formato del debate no permite un análisis profundo de los problemas del país, y señala que ciertos compromisos pueden limitar la capacidad de los candidatos para plantear soluciones.
En cuanto a la candidata puntera, Claudia Sheinbaum Pardo, se destaca su compromiso de no hablar mal del gobierno actual, lo que puede restringir su capacidad para proyectar diagnósticos y propuestas hacia el futuro.
Respecto al candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, se anticipa un posible enfoque de confrontación hacia la candidata Xóchitl Gálvez, lo que podría influir en el desarrollo del debate.
Los analistas coinciden en que es poco probable que el debate del domingo cambie significativamente las tendencias actuales de voto, y destacan la importancia del post-debate, es decir, cómo se interprete la actuación de los candidatos en los días restantes de campaña.
A pesar del hartazgo ciudadano por la guerra de acusaciones, el tercer debate podría ser crucial para los indecisos, aunque solo eventos extraordinarios podrían influir en las tendencias actuales de voto, concluyen los expertos.