EL UNIVERSAL.-
Xóchitl Gálvez Ruiz nació en el pueblo de Tepatepec, Hidalgo, en un hogar en cuyo seno creció en un ambiente de discriminación femenina, con un padre indígena que era alcohólico y machista y que violentaba constantemente física y emocionalmente a las mujeres de la familia.
La hoy candidata presidencial de la alianza opositora enfrentó los prejuicios de su progenitor, que consideraba que las mujeres no tenían derecho a estudiar, por lo que no le fue fácil superar los obstáculos para llegar hasta preparatoria y luego salir de su pueblo para cursar una carrera universitaria en la Ciudad de México.
En sus estudios en la Facultad de Ingeniería de la UNAM vivió en carne propia el hostigamiento sexual de compañeros y maestros, al igual que en su primer empleo, donde fue víctima del acoso de sus jefes.
Por esas experiencias, en su vida profesional, legislativa y política, la aspirante a la Presidencia ha promovido políticas públicas que garanticen la paridad de género y sanciones para quienes violentan a las mujeres y pisotean sus derechos.
"No soy una mujer sumisa, soy una mujer xingona", "Estoy convencida de que, si las mujeres participan, este país se va para arriba", son frases que Xóchitl Gálvez expresa constantemente para hacer patente su orgullo feminista. Además, ha pedido a las mexicanas ser protagonistas y definir la elección de junio.
Xóchitl ha señalado que la mejor manera de empoderar a las mujeres es con su independencia económica: "No hay manera de que las mujeres dejen la vida de violencia si no tienen un ingreso económico, pero para que puedan trabajar necesitan estancias infantiles, necesitan escuelas de tiempo completo, necesitan apoyos económicos para emprender un negocio".
Recientemente se comprometió a hacer valer la reforma a los artículos 38 y 102 de la Constitución, conocida como 3de3 contra la violencia hacia las mujeres.