"Apenas empieza a venir la gente. Hace unos días todo se veía muy triste por aquí. Todo estaba vacío y cerrado, pero esperamos seguir trabajando. Algunos todavía no han podido abrir y otros han tenido que cerrar definitivamente", dice Manuel, quien trabaja como mesero en un restaurante de la zona.
Las medidas de sanidad impuestas para que los clientes ingresen a los establecimientos se vuelven estrictas o laxas, dependiendo del lugar.
Los primeros clientes que llegan a los establecimientos de comida después de meses de confinamiento presencian un cambio en la convivencia a la hora de la comida.
Los platillos que suelen pedirse al centro de la mesa para compartir parece que por el momento quedan atrás. En los restaurantes se recomienda que las porciones de comida sean individuales, además de que no puede haber grupos de más de cuatro personas ni se podrá solicitar juntar mesas.
No todos los negocios dedicados a los alimentos reabrieron; en la zona hubo traspaso de locales o cierres ante la imposibilidad de costear los gastos de renta y pago de personal.
Ante la desigualdad de condiciones para mantener a flote los establecimientos de alimentos y bebidas, el gremio restaurantero busca en la nueva normalidad el apoyo de sus clientes para salir adelante.
"Los mexicanos no estamos acostumbrados a estar encerrados, además ya teníamos una rutina, pero tuvimos que abandonar todo. Sí tenemos miedo, pero también necesitamos distraernos", explica Fátima Hernández, una comensal.
En los establecimientos que ha visitado junto con su pareja refiere que han contado con las medidas sanitarias necesarias, pero es hasta hoy que ha notado la presencia de más personas.
El personal del restaurante Mythos hace mención que algunas medidas son exageradas, como los cubiertos en plástico.
"Habíamos tratado de evitar tanta generación de basura, sobre todo del plástico, pero nos tenemos que adaptar", comenta Jessica García.
"Estos tres meses fueron muy difíciles. Para el gobierno es muy fácil decir que cerremos, pero ellos cobraron su sueldo íntegro. Nosotros vivimos de los clientes", considera Verónica Mirada, mesera desde hace un año.