Tras la pandemia por el Covid-19, México vivirá uno de los años de mayor crecimiento, pero también de alta inflación.
Desde 2017 no se veía una inflación superior a 6%; en abril del presente año, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) se colocó en 6.08%.
Con la reapertura de la economía, los consumidores encuentran que los alimentos básicos siguen caros, y que subieron los precios de algunos servicios, castigados por la pandemia, como son el cine, los boletos de avión y los restaurantes.
Eso no quiere decir que la inflación esté desbocada o fuera de control, coinciden analistas consultados por EL UNIVERSAL, pues no es de doble dígito como en los años 70 o en los 80, cuando llegó a más de 14%.
Sin embargo, advierten que tiene a los mercados un poco temerosos de las consecuencias de no desacelerarse, y que no resulte en un aumento transitorio como lo está esperando la autoridad monetaria.
De lo contrario, anticipan que Banco de México (Banxico) tendría que subir el costo del dinero a través del ajuste en la tasa de referencia en plena recuperación de la economía.
Mientras tanto, las encuestas están revisado al alza las expectativas inflacionarias para el cierre del presente año, muy cercanas a 5% y lejanas a la meta del banco central, de 3%, y se espera que converja hacia su objetivo hacia el segundo trimestre de 2022.
La expectativa más pesimista, del comité nacional de estudios económicos del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, augura una tasa de inflación anual de hasta 6.15%.
Para saber si se trata de lo que han llamado “una inflación pandémica”, los analistas consideran que se tendría que ver en lo que resta del año una desinflación en los precios que están presionando al INPC.
El subdirector de análisis Económico de Vector casa de bolsa, Luis Adrián Muñiz, estima que durante el segundo trimestre de 2021 la inflación va a tocar su pico y de ahí deberá observar una desaceleración a 4.7% o de 5%, que es más o menos en lo que Banxico confía.
Pero si eso no se valida se tendrá que plantear una restricción monetaria, pondera Muñiz, quien fue reconocido como el mejor pronosticador de la inflación de 2020, de acuerdo con Focus Economics Consensus Forecast LatinFocus.
“La inflación no está desbordada, claramente hay elementos para pensar que no es así, pero hay factores de preocupación”, asegura el analista.
Banxico centra la tesis de su política monetaria en que los choques inflacionarios que se observan son transitorios, es decir, que eventualmente van a disiparse y que va a converger a 3% en un horizonte relativamente corto, que es en el que opera la política monetaria.
Es decir, de aquí a mediados de 2022, pero en realidad, hay cierta incertidumbre sobre si es cierto o no, expresó.
Muñiz explica que han pasado muchos meses desde que empezó la pandemia y, de hecho, un poco más atrás, que Banxico había dicho que las presiones que observaban en la inflación subyacente era pasajeras.
“Es inflación alta por base de comparación y un poco choques de oferta, pero si después del segundo trimestre del año no empieza a notarse una desaceleración relativamente decidida, entonces tendremos que preocuparnos un poco, porque querría decir que esos choques que se iban a diluir no se desvanecen o tardan más de lo que el banco central aguarda”, expone.
Ahí es donde el mercado se puede poner más nervioso, alerta, porque si bien será algo pasajero, la pregunta clave es ¿cuánto tiempo más va a tardar en converger la inflación hacia su meta?
El economista senior para América Latina del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), Martín Castellano, coincide.
“La inflación en México no está ni desenfrenada ni fuera de control”, matiza.
Refiere que el significativo aumento en la inflación anual se explica en gran medida por una baja base de comparación, dada la caída que se observó durante el año pasado como producto de la pandemia por el Covid-19
Más allá de los efectos aritméticos, el especialista admite que la pandemia también trajo algunos desafíos adicionales.
Hay factores que presionan los precios al alza, incluyen disrupciones en la oferta de algunos bienes y servicios, la recuperación gradual de la economía y la extraordinaria subida en las cotizaciones de las materias primas a escala global, que afecta el costo de alimentos y productos energéticos, menciona.