POCHUTLA,Oax./EL UNIVERSAL.-
Una pequeña aula a la que le fue arrancado de tajo el techo y las ventanas por la fuerza del viento en la comunidad de Comala, perteneciente al municipio de San Pedro Pochutla, es sólo una de las imágenes que empiezan a darse a conocer sobre la afectación que causó el paso del huracán Agatha a los centros educativos de Oaxaca.
Con el restablecimiento de la energía eléctrica y la comunicación en las poblaciones severamente afectadas de la Costa y Sierra Sur, comienzan a reportarse los daños en los planteles, muchos de los cuales no se han dado a conocer porque la emergencia aún no lo permite.
Tal es el caso de la Escuela Secundaria Técnica número 52, ubicada en las inmediaciones de Puerto Ángel y Zipolite, cuyos daños en la impermeabilización, que fue desprendida en su totalidad del techo de una nave de dos plantas, que además sufrió la caída de muchos árboles y daños en ventiladores y equipos electrónicos de las aulas, todavía no se contabilizan oficialmente.
De acuerdo con su director Filiberto López Rosas, en esta secundaria que da atención a 158 alumnos en dos grupos por grado, apenas está por presentarse el reporte de daños a las autoridades correspondientes. Sobre todo porque posee dos módulos de extensión, el primero en San José Chacalapa y el segundo en Comala, donde se reportan afectaciones serias, pues el viento arrancó lo mismo tinacos que techos y ventanas.
"Ya tenemos documentados los daños, pero aún no lo reportamos porque no tuvimos energía eléctrica ni señal telefónica, apenas imprimiremos el reporte y lo presentaremos ante la instancia correspondiente", explica el profesor.
El Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) reportó que hasta el jueves sumaban 14 los módulos de servicios educativos que registran daños por el huracán, ubicados en los municipios de Santa María Huatulco, San Pedro Pochutla, Miahuatlán, Puerto Escondido y Pinotepa Nacional.
Pero en las comunidades afectadas y más alejadas de de la Costa y la Sierra Sur de Oaxaca los pobladores saben que esas cifras crecerán, pues a cinco días del impacto en tierra de Agatha, la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) informó que apenas se despejaron los 13 kilómetros del camino Puerto Ángel-Zipolite-Mazunte, mientras que se abrió una vía alterna para llegar a Chacalapa, poblaciones donde se encuentra los modulos de extensión de la secundaria técnica 52.
Ante la emergencia, el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) informó a los docentes y directivos que, en caso de registrase algún daño en los planteles, deben reportarse a las oficinas de las Delegaciones de Servicios Educativos de su región; o bien a Protección Civil y Emergencia Escolar del IEEPO, enviando el nombre de la escuela, clave del centro de trabajo, municipio, localidad, descripción de las afectaciones y cuatro fotografías que las sustenten. El problema es que la energía eléctrica y la señal telefónica no se han restablecido al 100% en Pochutla, donde tocó tierra Agatha.
Precisamente porque la emergencia no ha terminado, el IEEPO también informó que "con el fin de continuar salvaguardando la vida e integridad de la comunidad escolar", continuará la suspensión de clases en 35 municipios de las regiones de la Costa, Sierra Sur e Istmo hasta que existan mejores condiciones climatológicas y se supere la etapa de recuperación de daños.
Soportaron por horas
el ímpetu de "Agatha"
El impacto del viento sobre Zipolite fue tan intenso como hace 25 años, cuando Paulina golpeó sobre el entonces pequeño y no tan desarrollado pueblo nudista de la costa, al menos así lo recuerda Fernando Amaya, habitante de esta comunidad de Pochutla.
La tarde del 30 de mayo, los pobladores ya esperaban el impacto de "Agatha", así que resguardados en el interior de su casa, Fernando y su familia sintieron eternas las cinco horas que duraron, según los reportes meteorológicos, las rachas de viento de hasta 200 kilómetros por hora que se estrellaron contra todo a su paso.
"Estuvo terrible, fue como Paulina, porque duró más... más o menos fueron casi cinco horas. El resultado se ve en la destrucción. Tenemos pérdidas cuantiosas, en equipos de pesca, enramadas, hoteles, restaurantes, viviendas, nos pegó a todos en el pueblo", dice.
Fernando explica que como no es la primera vez que un huracán golpea al pueblo, en Zipolite ya todos saben que la entrega de ayuda de parte del gobierno es un proceso difícil, así que confían más en el apoyo de la sociedad civil como las organizaciones.
"Ya lo hemos visto anteriormente, el llamado de auxilio se está compartiendo mucho en las redes. Ahora nos queda levantarnos, salir del escollo", comenta.
La imagen de desolación a lo largo del kilómetro y medio que tiene de playa este destino turístico, que en la pandemia tuvo un gran auge, es notoria a casi una semana del paso de "Agatha".
La anterior arena gris luce con grandes manchas cafés. Los restos de palapas y hoteles forman parte del paisaje y los comerciantes levantan lo que pueden cuando la lluvia permite la limpieza. Detrás de ellos brigadas del Ejército brindan ayuda.
Los turistas varados esperan que la comunicación y la situación climática mejoren para poder salir de la zona de desastre, pues los vuelos en el aeropuerto de Huatulco aún no se reactivan.
Mientras, ayudan en lo que pueden a los damnificados, sobre todo a dueños de pequeños negocios que hacen vida en la comunidad, que tenían invertido todo su patrimonio y que prosperaron en los últimos años por convertir a Zipolite en un destino popular entre la comunidad LGBTTTIQ+.
Aunque la ayuda se prometió desde la tribuna federal y el Ejército comenzó a distribuir despensas en los pueblos turísticos afectados en Pochutla y Tonameca, como Puerto Ángel, Zipolite, San Agustinillo, Mazunte y Ventanilla, los habitantes no confían en que ésta llegue pronto ni que sea suficiente, ya que se requieren colchonetas, agua, kits de limpieza, láminas y herramientas para remover lodo.
, material que se entregaba con el desaparecido Fonden después de 24 horas de un desastre natural.
Ante el tardío apoyo, la sociedad civil es la que empezó a responder con diversos centros de acopio de víveres tanto en algunas ciudades de la Costa, Oaxaca capital, la Ciudad de México y la región del Istmo de Tehuantepec. Al tercer día después del desastre, comenzaron a organizarse diversos colectivos religiosos, magisteriales y de la comunidad muxe para recaudar apoyos en especie.
Mientras tanto, el letrero con el nombre del pueblo, donde los visitantes se toman la foto del recuerdo, luce solitario, rodeado de destrucción, una que cada cierto tiempo toca tierra en esta franja costera.