“El evento más dañino para nuestra marca en 140 años de historia”. Así calificaba Hisao Tanaka, CEO de Toshiba, el escándalo financiero que golpeó al gigante japonés hace siete años y por el que acabó renunciando. Las palabras del ejecutivo eran ciertas. El maquillaje contable, que incluyó exagerar las ganancias operativas de la firma durante años, fue tan solo un capítulo de una compleja crisis con muchas consecuencias.
Toshiba representó durante largo tiempo el ingenio tecnológico y empresarial de Japón. La compañía tenía unidades de negocio en el sector de la energía, la electrónica, los semiconductores y la computación. De hecho, de sus laboratorios surgió el concepto de la memoria flash. Pero aquella envidiable reputación fue diluyéndose en medio de un liderazgo nocivo. Toshiba dejará de cotizar en bolsa para redefinirse de cara al futuro.
Escándalo, liderazgo nocivo y segunda oportunidad
La pesadilla para Toshiba a nivel público adquirió cierto grado de notoriedad en mayo de 2015, cuando oficializó una investigación de varios años atrás de balances financieros, una medida que se sostenía en presuntas irregularidades contables. Así que se canceló el reparto de dividendos y no se proyectó una perspectiva de ganancias para los siguientes trimestres. La cosa pintaba mal, pero esto sería solo el inicio de lo que vendría.
Dos meses más tarde, un grupo de investigación independiente publicó un informe en el que señalaba que la firma había exagerado sus ganancias durante siete años, lo que en términos contables se tradujo en una cifra maquillada de 1.200 millones de dólares. Al día siguiente se produjo la renuncia de Tanaka, que llegó acompañada de la desvinculación de otros miembros del liderazgo de Toshiba salpicados por el escándalo.
El mercado no recibió bien la noticia y las acciones de Toshiba se desplomaron los meses siguientes alcanzando su punto más bajo en dos años y medio. Producto de este escenario, el nombre Toshiba fue eliminado del ranking de las principales empresas de Japón. Ese mismo año, la firma se desprendió de su negocio de sensores de imagen, que fue adquirido por Sony, y anunció una reorganización de otras de sus divisiones.
Cuando las cosas parecían estar mejorando en 2017, una compañía el ámbito de la energía nuclear que Toshiba había comprado en 2006, Westinghouse, se declaró en bancarrota, provocando una pérdida multimillonaria y amenazando con llevar por el mismo camino a su matriz. Ese mismo año Toshiba acordó desprenderse de gran parte de su negocio de semiconductores y recibió una inyección de capital de inversores extranjeros para acomodarse una vez más.
Más tarde se produjo la venta del negocio de ordenadores personales a Sharp. En 2020, lejos de que las malas prácticas desaparecieran por completo, incluso después de profundos cambios, se descubrieron nuevas irregularidades en documentos contables. A todo esto, todo parecía indicar que Toshiba se separaría en tres empresas para sobrevivir: una de energía, otra de infraestructura y una tercera para diversos negocios.
Pero los accionistas no estuvieron de acuerdo con el mencionado esquema. Entonces se negoció una división en dos compañías y la escisión de la unidad de dispositivos. Esto tampoco tuvo éxito, pero paralelamente se contemplaba la idea de empezar a recibir ofertas de compra. Ya en 2022 había una decena de inversores interesados en comprar la compañía, siendo Japan Industrial Partners (JIP) más interesado en la operación.
En marzo de este año el consejo de administración de Toshiba finalmente aceptó la oferta pública de adquisición (OPA) de Toshiba por 14.500 millones de dólares. Meses después de aquel movimiento, Toshiba dejará de cotizar en la bolsa de Tokio el miércoles y se convertirá en una compañía con nuevos dueños, lo que plantea preguntas sobre cuál será la estrategia que se desarrollará a largo plazo.
Pese a todos los escándalos, Toshiba sigue siendo una firma muy importante, principalmente para Japón. En la actualidad emplea una 100.000 personas y todavía tiene presencia en los sectores de la energía, la electrónica y los semiconductores. No hay detalles sobre los planes a futuro, pero Reuters proyecta que el CEO actual, Taro Shimada, que seguirá en su puesto tras la operación, se centrará en servicios digitales con elevados márgenes de ganancias.
Imágenes: Toshiba