Cuando Sony presentó PS5 Pro dijo que la consola sería capaz de ofrecer una mejora de rendimiento en juegos, bajo rasterización, de un 45%. Digital Foundry ha probado varios juegos utilizando el «boost mode», y ha podido confirmar que esa promesa no se cumple, ya que la mejora de rendimiento queda entre un 30% y un 35% dependiendo de cada juego en concreto.
El «boost mode» se aplica a juegos que no tienen un parche para adaptarlos a PS5 Pro, y que por tanto no pueden utilizar una de las tecnologías más importantes que introduce esta nueva consola, PSSR. Con el «boost mode» se aprovecha la mayor potencia bruta de esta consola para mejorar el rendimiento de los juegos en los diferentes modos disponibles.
¿Y por qué no llega PS5 Pro a ofrecer esa mejora del 45% frente a PS5? Una de las razones más importantes estaría en las limitaciones que sufre la GPU de esta nueva consola a nivel de ancho de banda, porque el aumento de unidades de computación ha sido mucho más elevado que el incremento del ancho de banda.
PS5 Pro tiene una GPU con un 66,67% más shaders que PS5, pero el ancho de banda solo ha aumentado en un 28%, y esto es un problema, porque el ancho de banda puede limitar en gran medida el rendimiento de un núcleo gráfico, sobre todo cuando se mueve en resoluciones superiores a 1080p. A mayor resolución mayor necesidad de ancho de banda, por eso las tarjetas gráficas más potentes tienen un mayor ancho de banda.
Sé que alguno de nuestros lectores estará pensando que no puede ser, que una Radeon RX 6800 también tiene un bus de 256 bits y que su memoria funciona a 16 Gbps, y es cierto, pero se os olvida un detalle muy importante, y es que esa tarjeta gráfica tiene un bloque de 128 MB de caché L3 que es capaz de generar picos enormes de ancho de banda, y que ayuda a mejorar el rendimiento incluso en resolución 4K.
La GPU de PS5 Pro no tiene ningún tipo de caché L3 de apoyo, así que depende íntegramente del ancho de banda que consigue a través del bus de 256 bits y de su memoria GDDR6 a 18 Gbps. A esto debemos añadir las desventajas de contar con una interfaz de memoria unificada, y es que los accesos a esta se realizan de forma indistinta por la CPU y la GPU, lo que acaba aumentando la latencia.
Cada vez lo tengo más claro, PS5 Pro es un sistema con importantes desequilibrios (la CPU es uno de los más graves), no tiene ni de lejos el valor que tuvo en su momento PS4 Pro en relación precio-prestaciones, y es una consola muy difícil de recomendar. PS5 Slim en versión digital es una opción mucho más interesante, sobre todo si podemos encontrarla en oferta por menos de 449 euros.