Entre las opciones que narajan para ello está la compra de alguna empresa dedicada a la fabricación de chips. Su CEO, Sam Altman, preocupado desde hace tiempo por la escasez de GPUs con las que poder trabajar, ya echó hace algún tiempo la culpa de las quejas de los usuarios por la velocidad y fiabilidad de la API de la empresa a dicha escasez, y ya entonces señaló que conseguir más chips de IA era una prioridad para ellos.
Además de corregir los problemas ocasionados por la escasez de GPUs, si OpenAI empieza a fabricar sus propios chips será con la intención de reducir los costes asociados con la ejecución de sus productos y servicios. Según un análisis, cada pregunta hecha a ChatGPT cuesta 4 centavos a OpenAI, y en los dos últimos meses el servicio ha llegado a los 100 millones de usuarios mensuales, que entre todos suman millones de preguntas cada día.
Según Stacy Rasgon, de Bernstey Research, si las preguntas de ChatGPT llegan a una décima parte de lo que se queda Google, en OpenAI necesitan GPUs por un valor mínimo de 48.100 millones, y de ahora en adelante tendrían que gastar 16.000 millones de dólares al año en chips.
Por ahora, la compañía que controla el mercado de chips para aplicaciones de IA es Nvidia, lo que está empujando a otras grandes tecnológicas a empezar a desarrollar sus propios chips. Entre ellos está Microsoft, el mayor apoyo de OpenAI, que lleva trabajando en ellos desde 2019, con el desarrollo de un chip llamado Athena, que OpenAI ya habría probado.
Por el momento no hay más detalles sobre los planes de OpenAI con respecto a los chips de IA, ya que todavía tiene que decidir si los fabricará o no. Eso sí, en caso de que decida seguir adelante con sus planes, podría tardar varios años en tener listos los que necesita para ejecutar sus productos. Tampoco tendría garantizado su éxito, además de tener que destinar grandes cantidades de dinero a ello. Por eso, la compra de una empresa ya con experiencia en fabricar chips podría reducir el tiempo y el esfuerzo necesario para conseguirlo.