El precio del Bitcoin, a pesar de haber experimentado también fuertes caídas, se ha multiplicado a lo largo del último año. Esto ha atraído la atención de los que se dedican a la minería de criptomonedas, aumentando su capacidad para el minado de criptomonedas en general, y de Bitcoin en particular, en gran medida. Esto ha llevado a un aumento en el consumo de energía invertido en este tipo de procesos de tal envergadura, que el minado de Bitcoin ya consume el 0,5% de la electricidad que se gasta en todo el mundo.
Aunque medir exactamente cuánta energía consume el minado de Bitcoin, un análisis del New York Times asegura que cada año se consumen en ello 91 terawatios/hora de electricidad. Es más del consumo total de toda Finlandia, un país con 5,5 millones de habitantes. Eso representa el porcentaje mencionado, y es 10 veces más de lo que se consumía en minar Bitcoin solo hace 10 años. El consumo anual del minado de Bitcoin es más de siete veces de lo que gasta Google en todas sus operaciones en el mundo cada año, y lo mismo que consume todo el estado de Washington en un año.
Por otro lado, dada la subida de precio del Bitcoin (de 500 dólares a unos 50.000 en poco más de cinco años), cabe esperar que el minado de esta criptomoneda vaya en aumento, y por lo tanto, que se gaste más energía en ello. Además, cada vez hay más competencia en el minado de criptomonedas, hasta el punto de que se ha convertido en una industria en si misma. Necesita máquinas especializadas, servidores, y centros de datos de gran envergadura, con unos sistemas de refrigerado de enorme potencia para evitar que los ordenadores se sobrecalienten.
Además, se necesitan equipos cada vez más potentes para hacerlo por la creciente complejidad del proceso. En 2011 bastaba con un ordenador personal para minar un Bitcoin con facilidad. Ahora, para conseguirlo se necesita gastar más o menos el consumo de un hogar típico de 13 años.
Esto ha llevado a que el impacto en el medio ambiente del minado del Bitcoin se haya convertido en más que notable. Para muchos países, de hecho, es un problema. Iran se tuvo que enfrentar a apagones de electricidad a principios de este año, que en parte eran culpa del Bitcoin. China ha llegado a prohibirlo en algunas regiones por su impacto. Además, algunos gestores de activos están valorando cómo pueden abordar los problemas medioambientales derivados del minado de criptomonedas. Pero todavía tienen que avanzar en ello, porque tienen que conseguir equilibrar los posibles efectos negativos para el medio ambiente y la sociedad, y lo que pueden ganar los inversores. Y no parece tarea sencilla.