Recoge un acuerdo en común para afianzar, de forma clara y perfectamente definida, un desarrollo «sano» de la inteligencia artificial.
Es un hecho que, durante los últimos años, la inteligencia artificial se ha convertido en uno de los activos tecnológicos más importantes del mundo. Sin embargo, su enorme potencial se ve también acompañado de muchas dudas, y también de muchas cuestiones éticas que, por desgracia, no son nada fáciles de resolver. Precisamente ahí es donde entra en juego este acuerdo de la UNESCO, ya que tiene como objetivo principal evitar un uso «inapropiado» de la inteligencia artificial.
Con ese acuerdo no solo se pretende prevenir el desarrollo y uso de la inteligencia artificial con fines delictivos, sino también la creación de modelos de IA que tengan otros fines que, aun no siendo criminales en sentido estricto, puedan llegar a resultar éticamente despreciables. En este sentido, la UNESCO destacó que la tecnología con mayor potencial, y con mayor impacto que ha llegado en los últimos años, ya ha causado daños importantes que van más allá de esa idea de criminalidad, y que contribuyeron a generar prejuicios tanto de raza como de género.
Según la UNESCO, hasta ahora no existían un conjunto de valores universales que sirvieran de guía al ser humano para determinar, en sentido amplio, el marco sobre el cual se deben situar todos los desarrollos, e implementaciones de inteligencia artificial, y que precisamente este documento que han firmado los 193 Estados miembros ha nacido con el objetivo de ocupar ese lugar, de situarse como todo un referente.
Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, comentó:
«El mundo necesita reglas para que la inteligencia artificial beneficie a la humanidad. La Recomendación sobre la ética de la IA es una respuesta importante a esa urgente necesidad. Establece el primer marco normativo mundial, y otorga a los Estados la responsabilidad de aplicarlo. La UNESCO apoyará a sus 193 Estados miembros para conseguir esa implementación, y les pedirá que informen periódicamente sobre sus avances y prácticas».
Se trata de un acuerdo de adhesión totalmente voluntaria cuyo cumplimiento queda, al final, en las manos de cada Estado miembro. Si cualquiera de ellos no cumple con los principios recogidos en dicho acuerdo no habrá, en principio, ningún tipo de consecuencia o de sanción. Para entender esto basta con recordar que países como China han firmado ese documento, y eso que dicho país utiliza la inteligencia artificial para crear sistemas de vigilancia masiva y de control social.