La compañía Global Tel Link (GTL), una de las grandes empresas en el tema de contratos penitenciarios, acaba de patentar un sistema que le permite dar a las personas encarceladas una sensación de libertad utilizando la realidad virtual. En su documento, señalan que esta herramienta le daría la oportunidad a los reclusos de imaginarse, aunque sea por un breve periodo de tiempo, fuera o lejos de su ambiente controlado.
Esta noticia ha sido una de las últimas polémicas en las que se ha visto envuelta GTL, que ha presentado ya otras formas de monetizar a su audiencia cautiva, familiares y amigos con cobros exorbitantes por llamadas telefónicas o vendiendo incluso entretenimiento a través de tabletas.
Así funcionarían las experiencias virtuales para presos
Según la información de la patente, permitiría tener un entorno virtual personalizado para el recluso donde se pueda almacenar su perfil y podría usarse para interactuar con un segundo usuario que también se encuentre en realidad virtual fuera de la prisión, que funcionaría como un sistema de visita virtual.
Además esta herramienta incluiría un sistema de monitoreo para controlar las comunicaciones entre el recluso y quien se encuentre fuera de la prisión. Esto de acuerdo con la organización activista Electronic Frontier Foundation (EFF), permitiría reemplazar las visitas a prisiones en persona para mediar entre las interacciones de las personas encarceladas y el mundo exterior, mientras también sería otra forma de extraer el dinero de los prisioneros y sus seres queridos.
EFF señala que con esto buscan eliminar los últimos elementos de conexión entre los presos y sus personas cercanas, además de proporcionar a las prisiones nuevas formas de vigilar.
Ya hay antecedentes de la realidad virtual en las cárceles
Este no sería el primer caso donde una prisión usa la realidad virtual para la rehabilitación y capacitación de una persona encarcelada antes de ser liberada. De acuerdo con Vice, en Colorado una prisión utilizaba esta tecnología en 2017 para capacitar a los reclusos que habían estado encerrados por décadas, con la intención de prepararlos para el mundo que encontrarían al salir, con situaciones donde debían aprender a usar las cajas de autoservicio en las tiendas o incluso a lavar la ropa.
Incluso esta tecnología también se ha planteado como una forma de castigo, donde se podría usar para infligir en los reclusos un efecto o proporción mayor del delito que hubiera cometido.