Como ya te contamos entonces, esta tercera generación del smartwatch de Google llega con algunas novedades muy interesantes, como una nueva versión de mayor tamaño (45 milímetros), una pantalla muy mejorada con respecto a la generación anterior, que ya de por sí estaba a un buen nivel en este sentido.
Aunque esto ya quedó más o menos evidenciado con la generación anterior, esta nueva evolución termina de confirmar que la apuesta de Google por su smartwatch es totalmente firme, que hay planes de presente y de futuro y que, por lo tanto, podemos esperar que la renovación anual del mismo se mantenga como una constante. Algo que es muy positivo para todos los usuarios que se han sentido atraídos por esta propuesta frente a aquellas contra las que compite.
La competencia en este sector es dura, no tanto como la que tiene que enfrentar en otros, como el de los smartphones, pero sin duda bastante más de la que Google está acostumbrada a experimentar en otras de sus áreas de negocio. Así, esto nos explica que cada cierto tiempo nos encontremos con cambios de lo más diversos, dirigidos a afinar su estrategia. ¿El más reciente? Pues precisamente el que vivimos la semana pasada, con la presentación de los nuevos dispositivos Pixel durante el mes de agosto.
Pues bien, parece que se aproxima un cambio de mucho más calado en esta estrategia, que consiste en acabar con lo que podemos considerar como «competencia interna». Así, según leemos en 9to5Google, Google ha confirmado que ya no comercializará más smartwatches con la marca Fitbit, concentrando de este modo toda su potencia de tiro exclusivamente en los Pixel Watch. De este modo, los Versa 4 y Sense 2 lanzados hace prácticamente dos años, marcan el final de esta propuesta diversificada.
Este movimiento, aunque plantea el riesgo de perder a los usuarios más fieles a la histórica marca, cinco años después de que fuera adquirida por Google, en realidad responde a una valoración que se generalizó ya desde el lanzamiento de la primera generación del Pixel Watch, y es que la frontera que separaba uno y los otros era bastante más sutil de lo que habría cabido esperar. Desde entonces, la llegada de las dos generaciones posteriores se ha traducido en más funciones de cuantificación, desdibujándola aún más, y haciendo de ese modo que esta decisión sea, pese al riesgo que comentaba antes, la más acertada.