Esto no es algo grave, sin embargo en los últimos meses los ingenieros han detectado una filtración más alta de lo habitual. Ahora el reto está en encontrar dónde se está produciendo esa fuga, y no va a ser tarea fácil.
La fuga fue notada por primera vez en septiembre 2019 y no es la primera que se encuentra. En 2018 por ejemplo encontraron una en la Soyuz MS-09 (adjunta a la EEI) que posteriormente fue reparada. Ahora otra fuga parece estar provocando la pérdida de aire de nuevo en la estación. No es algo especialmente grave, aunque suficiente para tenerlo en cuenta y tratar de repararlo a tiempo.
Aislar, identificar, reparar
Este va a ser el método de la NASA y el resto de socios de la Estación Espacial Internacional para acabar con el problema. Con tal de acabar con la fuga el primer paso a dar es aislar cada parte de la estación por separado para ver en cuál de ellas se está perdiendo aire. Esto significa monitorizar uno por uno cada módulo por separado y cerrados entre sí. De ahí que durante este último fin de semana la tripulación actual de la estación se haya confinado en el módulo Zvezda. Con ello los ingenieros pueden analizar tranquilamente cada uno del resto de módulos cerrando todas las escotillas.
Se espera que con ello se pueda al menos acotar mejor dónde se encuentra el problema para poder después buscar la fuga más fácilmente. De encontrarse el módulo que está liberando más aire de lo normal, se pasará a buscar e identificar la fuga de forma específica por parte de los astronautas. Finalmente y según cuál sea el problema, los astronautas tratarán de reparar la fuga como ya hicieron en 2018.
La NASA indicó que este proceso no supone ningún riesgo para la tripulación. Actualmente conformada por tres astronautas, ha pasado estos últimos días desde el viernes 21 de agosto confinados en un sólo módulo mientras se busca el problema. También tienen acceso a dos módulos más en caso de necesitarlos.
Respecto a la razón de la fuga, puede ser por decenas de cosas realmente. Una de las posibilidades más factibles es que algún micrometeorito haya provocado alguna fractura. Es de hecho lo que se pensó que ocurrió en 2018, aunque finalmente Roscosmos (la agencia espacial rusa) identificó el problema como un error humano durante la construcción de la Soyuz, apuntando incluso a posible sabotaje.