2023 ha sido el primer año completo de Elon Musk al frente de Twitter, pues recordemos que la operación de compra se completó en octubre de 2022, tras un tortuoso proceso que comenzó cuando presentó su oferta de compra, de la que posteriormente quiso retractarse. Solo la amenaza de que la vía judicial pudiera salirle aún más cara, empujó finalmente al multimillonario a completar la compra y convertirse, de ese modo, en el propietario de la red social.
Lo transcurrido desde entonces lo conoces bien: despidos masivos, la total pérdida de valor del tick de verificado, retomar su firme compromiso con la libertad de expresión (sí, es sarcasmo) expulsando a periodistas, empezar a acumular impagos, acabar con la API gratuita, comprometer su presencia en la Unión Europea, cambiar su nombre a X, insultar a los anunciantes y enfrentarse con ellos… y todo esto, claro, acompañado de una constante pérdida de anunciantes clásicos, que se inició a las pocas semanas de su llegada y que no ha cesado de desde entonces.
Poco queda, por lo tanto, de aquella Arcadia Feliz, aquella tierra prometida, la neoágora global que Musk nos prometió y, en su lugar, lo que tenemos ahora es un espacio que ha ido haciéndose poco a poco más pequeño. Los anunciantes más o menos prestigiosos del pasado han dejado espacio a publicidad engañosa y de ínfima calidad, los bots que informaban han sido sustituidos por los que desinforman y los de spam de contenido sexual y, eso sí, hay más verificados que nunca. Muchos de ellos sin ni siquiera un nombre real, eso sí.
No hay que ser un genio para colegir, de esta evolución, que el valor de la red social ha descendido desde que Musk rige su destino, pero es interesante poder cuantificarlo. Así, según informa Axios, el valor de Twitter ha descendido un 71,5% desde que está en manos de Elon Musk. Y aunque es cierto que la situación económica global no es especialmente positiva, podemos comparar los datos de noviembre de 2023, en los que la valoración de Twitter descendió un 10,7%, mientras que la de Meta se incrementó un 4,9%, y la de Snap subió como la espuma, nada menos que un 38,2%.
En esto también influye, no obstante, que la oferta inicial de compra de Musk estaba muy por encima del valor real de Twitter, tal y como coincidieron en valorar muchos analistas de mercado. Esto explicaría, claro, sus intenciones de echarse atrás en la compra o, al menos, de intentar renegociar el precio alegando razones de lo más variadas. Ahora bien, lo que no cabía esperar es que, una vez tomado el control, actuara de manera tan activa para devaluarlo todavía mucho más.