Esto le permitirá afrontar la recompra de nada más y nada menos que 4.000 millones de dólares en acciones propias.
Es un movimiento importante que confirma que la compañía de Sunnyvale goza de un estado de «salud» envidiable, y es comprensible, ya que no cesa de acumular éxitos. Zen 3, por ejemplo, puso patas arriba el sector CPU, ya que confirmó que AMD había acertado con la arquitectura MCM (módulo multichip), tanto en materia de rendimiento como viabilidad a nivel de oblea (coste y tasa de éxito), y la arquitectura RDNA 2 también ha sido un paso en la dirección correcta.
Puede que alguno de nuestros lectores se pregunte por qué iba AMD a querer recomprar una cantidad tan grande de acciones, así que antes de seguir con el resto de la noticia, vamos a daros una explicación. Una recompra de acciones se define, efectivamente, como la compra de acciones propias que, posteriormente, pueden ser amortizadas o eliminadas.
Con este movimiento, se reduce la cantidad de acciones en circulación, y con ello se aumenta el valor del resto de participaciones que quedan en circulación. Es, en resumen, una forma de recompensar a los accionistas, ya que sus acciones serán más valiosas, y ofrecerán un mayor beneficio por acción. Esa recompra también beneficia a AMD, ya que permite a la compañía superar cualquier atisbo de infravaloración de sus acciones.
Para afrontar ese proceso de recompra, AMD tiene pensado utilizar el dinero en efectivo que ha generado con operaciones que se vieron reforzadas en los últimos resultados operativos. Lisa Su, CEO de AMD, ha comentado que:
«El anuncio de hoy refleja nuestra confianza en el negocio de AMD y la ejecución exitosa de nuestra estrategia de crecimiento de varios años. Nuestros sólidos resultados financieros, y la creciente generación de efectivo, nos permiten invertir en el negocio y comenzar a devolver capital a nuestros accionistas».
Buenas noticias para AMD y para sus inversores. Es curioso ver cómo ha evolucionado la compañía de Sunnyvale en los últimos cinco años, ya que pasó de ser, para algunos expertos del sector, un «cadáver tecnológico», con un valor por acción de menos de cinco dólares, a rozar la barrera de los 96 dólares por acción.